Publica Armonía
una frase simple y concisa, podría haber sido pronunciada por Shakyamuni, pero
lo que me alegra es lo fidedigno de su traducción.
La frase es
tan simple: “Que nos gusta a casi todos, no tiene nada que opinar, ni que
comentar”. Es por ello que la comenté y escribo sobre ella.
La frase
es: “El perdón llega, cuando
reconoces que no hubo nada que perdonar, sino algo que aprender”.
El comentario: “Es un pensamiento complicado, de lo sencillo que es. Reconocer
que no había nada que perdonar, es no tener que perdonar. Comprenderlo es no
volver a sentirse ofendido. Al no ser ofendido, cuanto sucede es para aprender.
Shakyamuni no podía ser ofendido, sin yo, sin tú, no hay
posibilidad de ofensa, por lo que no podía perdonar, al no ser ofendido.
El perdón es algo que no podemos dar, más allá de perdonarnos,
por habernos sentido ofendidos, por el mal momento de otra persona.
Pero es algo que debemos pedir, porque es lo que hagamos con lo
que estamos recibiendo, lo que creará el futuro ahora. Sintiendo la gratitud
hacia la Vida que nos ofrece cuanto hay”.
Es una
frase que me parece típicamente budista. Hay que llegar a la meta, para
realmente saber que nunca has ido, ni llegado, a meta alguna. Si miramos o
pensamos, que según Shakyamuni, no existe algo llamado ego y por tanto no hay
un yo que pueda hacer, ir, llegar o conseguir, podemos tener la intención de
quedarnos parados. Es quizás por ello que añade: “Sino algo que aprender”.
Como podemos
ver, no dice quién o qué es lo que aprende, obviamente el que aprende es el
Conocimiento, que tampoco sabemos lo que es, porque como no tenemos yo, algo
que no impide que lo busquemos por ahí fuera como locos, tratando de verlo y
conocerlo, que es como tener mucha sed y mirar el cuadro de un río, un grifo o
un vaso de agua, que por mucho que le miremos, no nos sirve, ni resuelve
nuestras necesidades.
Quien reconoce
que no tiene nada que perdonar, es porque nunca se sintió ofendido. Quien nunca
es ofendido, ha llegado a carecer de yo, que pueda recibir la ofensa. Quien no
puede ser ofendido, no tiene nada que perdonar, luego al no tener que perdonar,
cuando abandonamos el ego, podemos vivir sin perdón.
Pero aprender,
es llenarnos de algo, conocimiento o sabiduría, para lo que tenemos que
mantenernos vacíos, que es una de las características del Perdón. Pero solamente
podemos perdonar en el Ahora, cuando no puede suceder nada, ni tan siquiera la
acción de perdonar.
Es por
nuestra entrega a la Vida al Universo, por lo que el Amor es manifestado. Es pidiendo
disculpas o perdón, por lo que hemos creado con cuanto hemos recibido, que es
lo que entregamos a la creatividad del resto del Universo, donde manifestamos
nuestra humildad. Pero la existencia de las individualidades en el Ahora tiene
la Naturaleza del Perdón, en la que todo es perdonado por no haber nada que
perdonar, esto es lo que lo hace budista, “Todo
es Buda, porque Buda no existe”.
Si hacemos
una foto enorme, con fotos pequeñas. Desde una distancia veremos solamente la
foto grande. Si nos acercamos llegaremos a ver las pequeñas poco nítidas, al
igual que la grande. Si nos seguimos acercando, veremos las pequeñas pero no la
grande. Más cerca solamente veremos una pequeña, dejando de ver lo demás. Si nos
adentramos en la foto, veremos píxeles sin ver la foto.
Pero si
quitamos el yo, no desaparecen los píxeles, ni las fotos pequeñas, ni la
grande. Al mismo tiempo sin nada que las vea, todo habrá desaparecido.
Tener que
perdonar, exige la existencia del ego ofendido. Saber que no hay nada por lo
que perdonar, necesita de un yo concienciado de su integración. Ese mismo yo
muestra su amor, pidiendo disculpas o perdón a la Vida, al Universo por lo que
está creando, en el Ahora del no-hacer, del no-yo, en un Ahora que no hay
ofensa, que no hay perdón, que simplemente nos perdonamos por lo que hacemos, gracias al Amor.
Perdonarnos
a nosotros mismos, es vivir sin Perdón.
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