Todas nuestras
búsquedas en Zen se limitan a tratar de encontrar la pregunta vital de: ¿Quién
soy?, sería en apariencia algo fácil de responder, pero desafortunadamente,
somos el Único que no puede contestar a la pregunta, pues sin importar la
respuesta, ésta estaría equivocada.
Cualquier respuesta,
incluso estando implícita no contendría la pregunta, quedando separadas las
dos mitades, que quedarían encerradas en la caja del “observador”. La Unidad de
las dos mitades de la dualidad, observadas por la Consciencia.
Una Maestro
Zen decía que: “Si no tienes cayado te daré uno, si no tienes te lo quitaré”. Pensamos que es el cayado el protagonista, pero es "el
tener" donde caemos en la dualidad, tener o no es intrascendente, si tenemos es
porque nos lo ha dado, no tener lo que somos es porque alguien nos lo quitó.
Si podemos
saber lo que somos, es por no serlo, pues solamente podemos ser conscientes de
lo que no somos, por haberlo sido o por estar separados de ello. Separación de
individualidad o en el tiempo, separación al fin y al cabo de las dos mitades,
del Yin y del Yang.
Rinzai (Lin-chi) pronunció una vez un
sermón, diciendo: "Sobre una masa de carne rojiza se sienta allí un
hombre verdadero que no tiene título; todo el tiempo él entra y sale de sus
órganos sensorios. Si no habéis testificado todavía el hecho, ¡mirad! ¡mirad!" Se adelantó un monje y preguntó: "¿Quién es
este hombre verdadero, carente de título?" Rinzai
descendió directamente de su silla de paja y aferrando al monje, exclamó: "¡Habla!
¡Habla!" El monje permaneció
irresoluto, sin saber qué decir; entonces el maestro, dejándolo marchar,
observó: "¡Qué materia sin valor es este hombre
verdadero carente de título!" Luego
Rinzai se encaminó de vuelta a su cuarto.
No podemos
saber o contestar a lo que somos, pero no es la falta de palabras o manifestar
lo que somos, lo que responde a las preguntas o concepto de lo que somos. Es la
dualidad la que manifiesta y dice lo que somos, el hombre verdadero que somos
llamado Zen, pero no hay nada fuera de Él que pueda darle título o llamarle. Pero
si no damos respuesta a lo que somos, seremos un algo carente de Vida, de Zen.
Un Vacío lleno de nada, o lo que es peor aún: “Un Vacío que es vacío, por no
contener nada”. "¡Qué materia sin valor es este hombre verdadero
carente de título!"
Es en los
koan donde pensamos que está la esencia del Zen, pero es en su entendimiento
donde lo está, porque siendo que no hay nada que entender, que no es la
respuesta lo que se busca, las personas que dicen que no hay nada que entender
en los koan, no han entrado en el camino del Zen.
Un monje le preguntó a Bokuju (Mu-chou),
que vivió en la segunda mitad del siglo IX: "Tenemos que vestirnos y comer
todos los días; ¿cómo eludiremos todo eso?"
El maestro replicó: "Nos vestimos, comemos.", Insistió el monje: "No te entiendo". "Si no entiendes, ponte tu ropa y come tu
comida."
Es cuando
pensamos que el Absoluto, carece de Dualidad, cuando pensamos que no podemos
existir si no es siendo Uno con Buda, cuando perdemos la visión de la Luna,
pero no se soluciona viendo el dedo, ni tan siquiera percibiendo los dos. Sigue
sobrando el yo que se viste y come, consciente del tiempo y de las repeticiones
de los diferentes ahora, el que finalmente tiene que vestir “sus” ropas y comer
“su” comida, inmerso en el yo de la separación.
A Veces perdidos
en lo Absoluto separado de la Dualidad, de que incluso en su Absolutez
solamente pueda contener dos mitades, cuando solamente vemos la incongruencia
del koan.
En una ocasión, Ummon, citando a un antiguo
filósofo budista que dijo: "Golpea el vacío del espacio y oirás una voz;
golpea un pedazo de madera y no hay sonido",
blandió su cayado y, golpeando el espacio, gritó: "¡Oh, cómo
hiere!" Luego, golpeando la mesa,
preguntó: "¿Algún ruido?" Un monje respondió:
"Sí,
hay ruido." Entonces el maestro
exclamó: "¡Oh ignorantes!"
Recordando
una vida pasada el monje recuerda un ruido, estando inmerso en el Silencio.
Pero es cuando las dos mitades se unen, cuando suena el sonido de la Vida, el
sonido que no puede ser escuchado, producido por la unión de la “Única Mano”:
El Silencio, la Manifestación de la Vida.
¿Quién soy”,
algo que nadie puede preguntar, cuya respuesta es lo que estamos siendo, que es
la pregunta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario