Hay veces
que miramos la causa y el efecto, o el karma, como algo controlado por alguien,
bien sea la Vida, Dios, el Destino o un Señor del Karma.
En mi
opinión es algo más sencillo, basta mirar lo que somos, lo que recibimos y el
resultado de hacerlo Uno. Somos la consecuencia de nuestro karma, pues hemos
cambiado lo que éramos en lo que somos, al añadirle lo que hemos aprovechado de
nuestro vivir.
Lo fácil,
lo que nos quita la responsabilidad sobre nuestra creación, es el pensar que
alguien lo controla, que hay un bien y un mal que tratan de controlarnos, haciendo que nuestras acciones sean con una u otra intencionalidad para que
nuestra energía les sirva de alimento, agrandando su poder en nosotros, cuando
nuestra intención es hacer daño, alimentamos el mal, cuando nuestra
intencionalidad es ayudar o hacer el bien, alimentamos y fortalecemos el bien
en nosotros y los demás.
Pero nadie
mejora sin esfuerzo, sin encontrar obstáculos, por lo que a veces la Vida o
Dios, le dan la carga pesada, no al malo, sino a quien la puede cargar y usarla
para mejorar su ser y fortalecerse para ayudar a otros.
El buen
artesano, no es el que hace algo bueno y hermoso con buenos materiales y
herramientas. El buen artesano, es el que puede hacer algo bueno y hermoso con
cualquier material y con o sin herramientas.
A veces,
el karma que nos ha traído hasta donde estamos, puede provenir de antes de
nacer o de nuestra infancia. Los padres nos dicen lo que es correcto y cómo
debemos comportarnos, las limitaciones que nos aceptan y en general lo que
piensan que nos ayudará en nuestro desarrollo.
Nuestra obediencia
o desobediencia, marcará a veces, todas nuestras relaciones en el futuro. Es una
actitud general, culpar a nuestros padres y su educación de lo que nos hemos
convertido, con nuestra creación, con nuestras vivencias.
Olvidamos,
que es nuestra responsabilidad y creación lo que somos. A veces a lo largo de
nuestra vida algo nos impide aceptar otras opiniones o seguir los consejos, o
al menos escuchar lo que nos dicen. En nuestro recuerdo queda que los padres
nos dieron pautas que consideramos erróneas, que a veces nos llevaron a la
inseguridad, al miedo, o a no tener que esforzarnos para hacer lo que deseábamos.
Hacerlos culpables de lo que nos hemos convertido, solamente limitará nuestra capacidad
de relación, puesto que no podremos abrirnos, al recordar que no somos lo que deseamos
por culpa de quienes nos dijeron lo que era mejor.
Lo que
alguien dice desde el cariño, siempre es por nuestro bien, pero es nuestra
decisión la que debe de prevalecer, o al menos la que debe de ser computada por
nosotros, olvidando las que debimos ejecutar por imposición o las
circunstancias.
Ser los
responsables de nuestras vidas, es aceptar que el resultado de las acciones, es
lo que nosotros hemos creado con ellas, nuestra creación debe ser lo que somos
y lo que expresamos en nuestro vivir, que debe ser la manifestación de lo que
hemos creado.
La causa
de lo que somos, es lo que estamos siendo, el efecto es lo que creamos con lo
recibido. Cuando la causa es lo externo, es algo que no podemos controlar, no
por lo difícil o fácil de hacerlo, sino por la Libertad en la que Todo es
Creado. Cuando creemos que hay alguien o algo externo que controla nuestro
karma, somos simples esclavos, que esperan que su amo los reivindique.
Cuando aceptamos
la responsabilidad, cuanto nos rodea es lo que nos ayuda a vivir lo que somos. Lo que hacemos y creamos con ello, es el karma que hemos creado para
convertirnos en lo que somos en el nuevo ahora.
Somos los
Señores del karma, los creadores de nuestro Ser, y sus responsables.
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