Es un artículo publicado anteriormente en 2014, el 4 del 10, que vuelvo a publicar por algunas charlas de estos días.
Hace
bastantes años, una madre me trajo a su hija de unos 17 años para que le diese
reflexoterapia. Decía que no tenía autoestima, que quería dejar de estudiar
porque le gustaba periodismo y no se atrevía ni a preguntar en clase y con los
amigos su conversación por teléfono era sí, sí, sí, sí, no, no, …., falta de
confianza en sí misma y respeto por cómo era, teniendo la percepción de que
todo el mundo era mejor que ella.
Me dijo,
que me la dejaba para el tratamiento, que le habían hablado de mí y que no
sabía si podría hacer algo, pero que la hija decidiría si quería seguir
viniendo tras unas pocas sesiones.
No suelo
preguntar nada a ninguna de las personas que han venido a lo largo de los años,
les miro los pies e intento explicar por qué tienen los problemas, así que tras
mirarle los pies, recuerdo que la pregunté, que por qué tenía tan poca
confianza una persona capaz de mover el Universo, me dio sus explicaciones,
todas de falta de autoestima y le hice la pregunta directamente: “¿Cómo moverías el
Universo?”.
Me
planteó: la palanca, con grandes máquinas y cuantas soluciones le daban sus
estudios y fantasía, pero la realidad era que le faltaría el punto de apoyo,
las carreteras, o un lugar fuera del Universo desde donde aplicar la fuerza.
Con mala
cara y supongo que pensando, “otro
listo”, me preguntó que cómo lo haría yo.
Mi
contestación fue, “Que desde que ella había entrado, no había parado de mover el
Universo”.
Es lo
primero que te había dicho, que el Universo está en movimiento, dijo un poco
molesta.
No estoy
hablando de que él se mueva, sino que yo lo estoy moviendo.
Pues no lo
veo.
Haciéndolo
de forma evidente, moví la silla donde estaba sentado, “Lo has visto ahora”.
Te has
movido tú, pero no el Universo.
“Todo el Universo se
ha movido respecto a mí, cuando yo me muevo, toda la Vida cambia y es
diferente, porque yo la veo así”.
Estuvo
viniendo hasta el comienzo del curso, matriculándose en la Universidad en
periodismo, su madre vino un día a decirme, que la habían llamado del colegio porque
su hija le había contestado a la profesora, “Que
no le importaba cuantas veces había explicado un tema, si ella no lo había
entendido y que por eso estaba preguntando, que seguiría preguntando hasta que
lo entendiese”.
Con sus
amigos argumentaba y al menos hablaba tanto como ellos, cuando decían algo que
no le parecía bien, lo argumentaba y pedía explicaciones, aprendió que para
aprender algo solamente se necesita no saberlo y que para ser periodista lo
único imprescindible era lo que tenía, “que no era periodista”, luego podía conseguirlo.
No he
vuelto a verla, su hermana hace años, me dijo que estaba terminando y que había
escrito algunos artículos.
A veces
mover el Universo no es tan difícil, simplemente es saber que el Universo está
y es: dónde y cómo, tú lo ves. Siempre somos perfectos, pero no solamente debemos
pensarlo, sino estar seguros de que es así, es lo único que se necesita para
que el Universo se mueva eternamente.
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