Muchas veces al construir nuestra casa, conseguimos un gran edificio, unas habitaciones
espaciosas, cómodas y agradables, pero es una casa, no un hogar. Nuestra casa
es nuestro reflejo, la imagen de lo que somos para poder ser un hogar.
Al crearlo
tenemos que estar construyéndonos nosotros por lo que hacemos en él, que
manifiesta nuestro ser, más allá de lo que nosotros conocemos.
Fue publicado
anteriormente el 19-5-14. Mucho va cambiando es su apariencia, pero solamente
es, la fructificación de una flor.
Hace tiempo un Maestro Zen le decía, a un discípulo que quería aprender,
"que lavase los cacharros si había terminado de comer". Hay personas
que lo hacen a rajatabla y con el último bocado, ya están limpiando lo que han utilizado;
otras se sienten culpables porque no lo hacen de esta manera. Imagino que el
Maestro no quería dirigir la vida del discípulo, simplemente, le hizo una
sugerencia a alguien que no sabía qué hacer, guiado por la lógica, “has
terminado una cosa, es el mejor momento de empezar otra”, sin más.
Mis vecinos se desesperan a veces, porque en varios años todavía no he
terminado de arreglar, lo que un “manazas” me hizo para vivir; otras veces
porque he empezado algo y lo dejo en una etapa durante meses, sin tocarlo,
dedicándome a otras cosas, unas veces porque la terminación depende de otras
cosas, o bien porque me apetece o me es más necesario lo que estoy haciendo.
Otras veces preguntan, el por qué gasto meses de trabajo en llenar una
jardinera, con tierra recogida de los montones que hacen los topos, traída en
un cubo desde lejos, o con la carretilla si hay más cantidad. Sienten
curiosidad si crecerán los nenúfares, u otras plantas que siembro y me
preguntan si se darán bien aquí con las heladas que hay en invierno.
Solamente el tiempo, solamente cuando estén los nenúfares florecidos, sabremos
las respuestas, si lo hacen durante años, será que su fortaleza ha podido
superar las heladas, si el año que viene, tengo que sembrar otra cosa,
eternamente sus flores vivirán en el eterno jardín de la primavera de verano.
Yo solamente pongo tierra en un círculo de piedras, hay unos cubos con tierra y
agua, enterradas en ellos las raíces de nenúfar, solamente un presente eterno
dirá si están florecidos o no, es algo que no es de mi incumbencia, solamente
es un deseo de ser jardinero, el que me ha llevado a juntar esas cosas donde
están, el resto pertenece a la Vida, a la libertad de la tierra, el agua, las
raíces, la primavera; ser o no ser jardinero no depende del resultado de mi
actividad, sino del amor y la entrega que sea capaz de poner. Si espero ver las
flores, fruto de mi esfuerzo, de mi trabajo y dedicación, habré perdido mi vida
en fútiles deseos de vanagloria y egos. Es mi trabajo el que me hará jardinero,
las flores son de ellas, crecerán si es su momento, porque florecer lo que se
dice florecer, solamente el jardinero puede florecer en el corazón de las
flores.
Cómo decía el Maestro, “Continuamente todo está terminado
tal como está, ahora es el mejor momento para empezar tu vida, en un comienzo
eterno que te permitirá tener todo terminado, porque todo el pasado está siempre
concluido, cada cosa es lo que es, por este motivo y por tanto, perfecta”.
Si lloras porque no ves la luz del sol, las
lágrimas tampoco verán las estrellas.
Si lloras porque ves
la luz del sol, las lágrimas también verán las estrellas.
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