Dice
el Maestro, “Que el ignorante cuando el dedo del Maestro señala la Luna de la
Mente Pura, ve solamente el dedo".
Por
eso somos afortunados pudiendo leer en los libros, sin intervención del dedo
acusador. Así podemos ver libremente, la luna directamente en vídeos, películas,
o por medios de comunicación visuales, en los cuales el dedo tampoco interviene
y puede equivocarnos.
Vivimos
en la época del conocimiento, en la cual no necesitamos Maestros, al tener
recogido el conocimiento en diferentes medios para que podamos encontrarlo y
aprenderlo, en un “hazlo tú mismo”.
El
otro día me señaló el dedo en una dirección, inmediatamente vi la realidad: “Un
precioso y hermoso bosque, lleno de majestuosos árboles y flores”. Al verlo
quedé extasiado ante tan maravillosa visión.
Al
día siguiente lo compré muy barato, vendí los árboles y las flores y construí
unos chales de lujo, ganando montones de dinero, por lo que fui y me postré
ante el maestro, que me lo había mostrado.
El
Maestro, entregó el dedo a la Luna, se metió en la maleta y se envió al Corazón
de la Humanidad, donde permanece llorando continuamente por la Eternidad.
Afortunadamente,
nosotros viviremos felizmente mirándonos el ombligo, donde reside nuestra
humanidad, nuestra consciencia, nuestro conocimiento, sin necesidad de mirar el
corazón, donde solamente tenemos sangre que nos recuerda la violencia.
Dice
el Maestro, “Que la gente, cuando el dedo de la Vida señala el Cielo de la
Humanidad, solamente ve su ombligo".
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