A veces me
pregunto, “Cuánto tendría que escribir, para pagar la deuda de Gratitud con mi
Maestro”. Cuando llegué junto a Él, no se cómo me miró, pero en lugar de ver un
ego forjado en occidente, vio la mariposa, nos puede parecer inexplicable, que
alguien al mirarnos, con unos ojos como los nuestros, pueda ver en nuestra
insatisfacción, nuestra ignorancia, a la bella mariposa en pleno vuelo,
transparente colorido en la luz del sol, cuando refleja la luna llena. ¡Simplemente
mirando un ego!.
Ahora que puedo
ver su esfuerzo, el esfuerzo de no hacer nada, para poco a poco el ego pudiese
ser una oruga arrastrándose por la maravillosa tierra, sabiéndose alimentada
por ella. Veo mi resistencia y rebelión, para no permitir que me quitase mis
preciados tesoros: Mis deseos, mis luchas, mis ambiciones, mis deseos de
conocimiento, de ser mejor que yo, mejor que los demás, mis fabulosos
conocimientos que me impedían aprender a asimilar el conocimiento nuevo, el
estar tan lleno de mí que no tenía sitio donde estar. Solamente consiguió que
encontrase un ego con forma de oruga, porque me defendí con uñas y dientes,
para que no me quitase todo lo que tenía, todo lo que llevaba, impidiendo que
Él, pudiese dejar solamente lo que soy en este sitio que ocupo, permitiendo que
se expresase mi Ser.
Ahora
solamente puedo escribir en pago a su dedicación y compasión por mí, porque no
puedo ver la Mariposa volando a la luz de la Luna Llena, intento expresar y
describir a la mariposa que vive en esta oruga, que es hasta donde mi Maestro
pudo llevarme, sin hacer nada, sin enseñarme nada, simplemente quitando cosas
que me pesaban, para que quedase solamente Yuishin.
Es el
nombre que me dieron en la ordenación, en el Yukai, me dieron el de “Zen Kai,
Yui Shin”, al decirle al Maestro que solamente me había dado dos “kanji”, en
lugar de los cuatro habituales, simplemente me dijo: que para mí con dos, era
suficiente. Que YuiShin, no necesitaba más.
La continuación es lo que fue publicado con
el mismo título el 10-3-14. Lo anterior también ha sido publicado, pero: ¿Cuántas
veces hay que nombrar al Maestro antes de olvidarlo?.
Algunas personas me
comentan, el ¿por qué? Mi Maestro es la única persona que nunca trató de
enseñarme, ni me enseñó nada.
Mi
Maestro nunca intentó que yo aprendiera su verdad, incluso me previno de las
verdades de Buda y Jesucristo, de cuantas verdades (todas ellas buenísimas)
pululan por el mundo.
Solamente una ropa me viste, no solamente el cuerpo, también mi personalidad,
solamente mi ropa dice quien soy, porque es parte de mí.
Hay ropas mucho más caras, bonitas y bien hechas, probablemente todos dirán que
me sientan mejor que las mías, pero siempre me quedará la duda de: ¿Quién es,
el que viste esas ropas?
Mi
Maestro como buen jardinero, trató de que yo aprendiese, sobre todo, que
solamente hay una verdad digna de ser llevada por mí, “La mía”. Que solamente
hay una verdad que dirá, que lo que estoy haciendo es parte de mí.
Hay verdades mucho mejores que la mía, pero solamente para ellos, la mía es lo
que yo soy, ¿qué otra puede competir con ello?
Mi
verdad no está exenta de equivocaciones, que me dicen lo que soy y lo que me
falta para convertirme en lo que Soy. Lo que soy, es lo que me llena,
impidiendo que la Vida pueda manifestarse y ser vivida por quien Soy. Lo que
Soy, es la Aceptación y Entrega del Amor, donde Todo es recibido, Siendo Vida.
Pasamos nuestras vidas, buscando la verdad y a alguien o algo que amar, y aún
encontrándola, nos vamos con la duda, de si el esfuerzo y lo encontrado han
sido suficientes.
Mi Maestro me sumió en la ignorancia al no
enseñarme nada. Ahora solamente puedo ser: Mi verdad, e intentar Amar lo que
encuentro y si no lo encuentro también, para no tener que pensar. Es la vida
del vago, que trata de vivir, en los brazos de la Vida.
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