Hay barrios
y ciudades, donde por sus calles la ley que se sigue es la de las bandas, las
de las mafias que protegen y cuidan de aquellos que pertenecen al grupo,
quedando su opinión y vida a lo que decida el jefe.
Muchas madres
piden que la policía salga de los barrios y ciudades, tratando de proteger a
sus hijos. Al final, todo el que vive en la zona, queda bajo la ley, bajo las
decisiones que las mafias o bandas decidan. Es en esos momentos, cuando los
ciudadanos que quieren vivir comienzan a ser conscientes de las decisiones
tomadas.
Cuando sus
hijos no pueden ir a estudiar, cuando la salida de sus hijos en la sociedad es
ser miembros de la banda, robar, asesinar, amenazar, castigar o proteger la
vida de los jefes mafiosos. Siendo difícil para la ley, el orden y la libertad,
hacer retroceder el monstruo que hemos permitido crear, nacer y crecer.
Los gobiernos
permitieron las acciones y funcionamiento de los nacionalistas, los padres
permitieron el adoctrinamiento de sus hijos, los empresarios pagaron los
sobornos y los impuestos patrióticos a los partidos nacionalistas.
Al igual
que cualquier mafia, que manda a sus esbirros a asesinar a cualquier hora del
día, los nacionalistas catalanes han mandado a los niños, a los ciudadanos a
cara descubierta a enfrentarse con los servidores de las leyes, con los cuerpos
de seguridad, han negado durante años sus actuaciones, para finalmente con
engaños, con voto secreto, con la cobardía propia de cualquier mafia, han
metido en la situación que ellos han decretado, a los sicarios, a los correos,
a los asesinos, a los componentes de la banda, junto con todo el barrio o
ciudad, amenazada de las consecuencias de no ceder a sus pretensiones.
Al final,
la ciudad sin ley, a merced de los que no tienen más leyes que las de sus
mafias, fuera de la mínima protección del resto de barrios y ciudades, aislados
al imperio de las leyes que impongan las mafias, que no han respetado las leyes
de convivencia pactadas y aceptadas por todos.
El resultado
lo hemos visto en barrios y ciudades donde la ley, los cuerpos de seguridad, no
han podido penetrar, a defender a los ciudadanos que piensan diferente a las
mafias reinantes en el barrio, donde no hay más ley que la suya y todos tienen
que acatar, so pena de morir o ser expulsado, o huido.
Viendo al cantar
el himno de Cataluña, las caras de los amantes nacionalistas de su tierra, me
ha dado asco, pues aparte de miedo, solamente se veía el cálculo de cuanto conseguirán
si son de la banda.
No he
visto todas las caras, pero puedo asegurar que pocas había de emoción y
convencidas de lo que acababan de votar.
Es difícil
que un borrego tenga ese tipo de sentimientos, solamente balan cuando le dicen, no es
por convencimiento propio, menos aún un pensamiento que forme parte de ti
mismo, que viva en tu vida y tu vida en él.
Me da pena
en las manos que se han puesto, a los guías que siguen, porque quien va detrás
de un pastor, por mucho que se diga a sí mismo que es su opinión, solamente
sigue al rebaño, es un borrego en él.
A los que
realmente por su propio pensamiento, sin que haya intervenido el
adoctrinamiento, les siguen, la pena es que vayan detrás de los borregos más indignos que piensan que son pastores.
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