Nos hemos
acostumbrado a dar por cierta la letra de las religiones, a lo largo de la
historia, las guerras y las víctimas ocasionadas por las decisiones que se
tomaban de: ¿Cuál es la mejor religión, o la verdadera?, nos muestran hasta qué
punto, lo importante es lo que nos dicen, más que el Amor de Dios, que es común
en todas ellas.
En algunas,
para poder recibir ese Amor es necesario servirle, adorarle y obedecerle. En la
antigüedad todas ellas fracasaron, cuando las peticiones de los dioses eran
casi imposibles de cumplir, o cuando los sacrificios humanos, chocaban con los
sentimientos de alguien poderoso. Que muchas veces usaban los sacrificios, para
deshacerse de los enemigos o de las personas que podían disputarle el poder.
Todas ellas,
han tenido a alguien que ha hablado directamente con el Dios, su profeta, su
mensajero al transmitir una forma diferente de adorar y servir a Dios, y que
origina el cambio de los nombres del Dios y su religión.
Desde los
dioses celtas, vikingos, fenicios, romanos, griegos, indios, tribales,
familiares, de los clanes, a las religiones monoteístas, siempre ha sido el
mensajero el que ha dicho el nombre, la forma de adorar y servir a Dios. Dejándolo
por escrito.
Lo que no
encontramos en general es que Dios haya dejado lo escrito, incluso es extraño
encontrar escritos originales o palabras pronunciadas por alguno de los
mensajeros de las diferentes religiones.
Es la
propia religión la que decide el lugar ocupado por el mensajero, por el que ha
expandido las palabras escuchadas directamente de Dios, por una persona que ha
sido como los demás, hasta el mismo momento de escuchar la voz en su interior.
En general
se argumenta, que ninguno de esos mensajeros pensó en crear una religión que se
guiase por lo escrito, especialmente cuando es lo recordado por personas que no
le conocieron directamente, cuando lo escrito tiene que amoldarse a las
religiones con las que tiene que competir o cuando lo que se transmite, son correcciones
de lo que no se considera justo de las religiones existentes. Religiones que
muchas veces son la base de la nueva.
En Budismo,
es la experiencia de Shakyamuni la que es transmitida, la que sirve de base
para crear una religión, con algunas reminiscencias del hinduismo y
transformado en Zen en sus momentos finales en India, y llevados a su máxima
expresión a su llegada a China. Nada escrito, nada que pueda atribuirse a su
mano ha quedado, solamente la memoria de Ananda permitió transmitir sus
palabras, dichas para aliviar el dolor de los que se acercaron en busca de
consuelo, de conocimiento a los que se acercaron para saber.
Pero nada
deja de ser Buda, nada deja nunca de ser lo que es, existiendo Todo en la
Eternidad de un Aquí y Ahora, en que solamente puede existir el Vacío.
Jesús,
crea una religión basada en el amor al prójimo, en la que erradica la ley
mosaica del ojo por ojo, de la venganza, de guardar eternamente en la memoria
los agravios recibidos.
Envía a
sus discípulos, a los que se han acercado para guardar sus palabras, a
transmitir la buena nueva, de una religión en la que el amor convirtiera a
todos en hermanos.
Pero a su
muerte, se transforma su cuerpo, cuando su Espíritu es entregado a ese Padre
que ha descubierto para el Universo, donde ha encontrado ese Amor que buscaba
es cuando nace la religión cristiana, porque es cuando se dice que ha nacido el
Cristo. Nace Jesús en sus primeras experiencias, nace el Maestro cuando intenta
que todos vivamos en el Amor encontrado por él. Pero el Espíritu Crístico nace
para que nazca la religión.
San Pablo
defendiendo que para ser cristianos hay que calzar las sandalias y ser uno en
Cristo, ese espíritu que nace de la entrega de Jesús al Padre. Otros, defendiendo
la letra, el mensaje, las palabras, adaptándolas para que sean aceptadas por
las otras religiones.
Pero ese
Amor del que nace la hermandad, es reinterpretado, quedando el amor por los
hermanos en Cristo. Negando incluso, la existencia del alma en los que adoran o
sirven a un Dios con otro nombre.
Haciendo del
Padre un Dios que exige y castiga, que puede ayudar a sus verdaderos hijos a
conquistar a los que no lo son. Un Dios, que siendo Amor según su mensajero,
puede llegar a odiar o castigar en la misma medida que ama o premia.
Dios, ese
que no tiene nombre, que es el Dios de todas las religiones, de todo el ateísmo,
del bien y del mal, no puede ser el Padre, porque es, ha sido y será Todo
eternamente.
Pero lo
que no puede dejar de ser, dicho no solamente por Jesús, sino por todos sus
mensajeros es: Amor Incondicional.
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