No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 11 de octubre de 2017

¿QUÉ MIRAMOS?

          Una de las cosas que no son negadas en budismo o en el Tao, aparentemente cuando se dice que no es real, que pertenece al sueño, a una forma de inexistencia creada por nosotros, creemos que es algo que debemos desterrar de nuestras vidas, que es el mundo del pecado o el mundo donde el Espíritu no puede entrar, es la Dualidad.
          Cuando un niño mira una flor, ve su belleza, la arranca porque le gusta, y generalmente la transforma en un maravilloso abono.
          Cuando un enamorado ve una flor, ve la belleza de la vida, y un regalo para conseguir lo deseado.
          Cuando un botánico ve una flor, viendo su belleza, sabe tanto de ella que deja de ver la flor.
          Cuando alguien carga con el peso de la vida, viendo la belleza de la flor, llora su belleza, sabiendo que es la misma que hay en su vida y es incapaz de ver.
          Todos han mirado la flor, una misma flor, pero para cada uno ha sido diferente lo que ha visto, desde donde ha mirado y lo que ha aprendido.
          Solamente cuando se es Amor o Vida, no podemos ver la flor, ni la belleza, ni podemos tener una opinión de ella, ni encontramos quien la pueda arrancar, ni a quién dársela.
          No hemos desaparecido, no ha desaparecido la flor, ni el resto del Universo, simplemente Es Tao, es Buda, transformándose todo no en sueño, que lo hace irreal, sino convirtiéndo ese Todo en Realidad, al acogerlo en esa aceptación que convierte Todo en el Vacío donde están acogidos.
          Es la trascendencia de la visión desde la dualidad, de la percepción dual, de llegar más allá de la Unión de los opuestos, de la Unidad del Yin y el Yang, del Uno Trínico, es lo que Lao Tse llama Ser Tao, no Uno con Él, que es un escalón antes, en un Tao donde el antes y el después no son contemplados.
          Es Ser Buda, cuando incluso la percepción de Buda, se ha convertido en Vacío.

          Es saber desde dónde estamos mirando, qué estamos mirando, lo que nos permite la claridad de percibir la realidad, porque no es lo que percibimos solamente lo que confiere la realidad, sino conocer profundamente que la realidad es concedida, por lo que no percibimos al mirar.
          Siempre que hay un yo mirando, siempre que hay percepción, sin importar desde que nivel es realizado, estamos mirando y percibiendo la dualidad. No importa si es el Espíritu o la Consciencia en ausencia de ego, seguimos estando en la dualidad.
          Podemos hacer abstracción de lo Absoluto, de Ser, del Tao, de Dios, de Buda, pero somos los que hacemos la abstracción, somos los que sentimos o percibimos la unión, estamos todavía en un mundo dual.
          Es por ello, que Shakyamuni nos habla de que Todo tiene por Naturaleza el Vacío, pero incluso la existencia del Vacío sería dual.
          Los Sutras tratan de llevar la comprensión en la negación de Todo, pero es en la Abstracción donde ese Todo puede ser realizado, pero no solamente perdiendo el yo, sino el resto del Todo, es entonces cuando el Todo es Vacío, que siendo dual es la Dualidad, única forma de salida de lo dual.
          Cada uno vive su mundo, cada uno lo ve y percibe distinto, pero solamente podemos vivir siendo lo que somos, cuando lo hacemos en la dualidad.
          Si portamos la mínima discriminación, y osamos comparar lo percibido en la dualidad de la materia con otro mundo dual, solamente nos quedará el sufrimiento.
          Aun siendo un todo, algo que no podemos evitar, nuestra visión de Él, lo ha destrozado, lo ha roto, en “yoes y tú”.


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