No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 29 de octubre de 2017

TOCANDO PIES

          Hace bastantes años, que una señora vino a darse masajes de reflexología, alguien la había hablado de mí y quería probar, pues llevaba tiempo con unos problemillas y no se le quitaban.
          Durante dos o tres sesiones, me miraba con cara extraña, escuchando mis explicaciones del origen de sus problemas.
          Es extraño que, mirándole los pies a una persona desconocida, sin preguntar nada, comiences a decir, que tiene los problemas que ella se crea y el porqué de ello, que obviamente, se basa en una observación personal de los pies, una forma de entender la vida, una filosofía de lo que somos, lectura de otras opiniones y algo que tienes que hacer personal, para explicarle su vida y tener suficientes aciertos para que vuelvan.
          Tras escucharme durante esas sesiones en silencio, me dijo que era catedrática de filosofía y jefa de estudios en uno de los buenos institutos de Madrid, al menos con fama de bueno.
          A lo que respondí, que yo no tenía estudios, que solamente había hecho la FP, donde no se estudiaba filosofía.
          Me comunicó que lo que le contaba era un sinsentido, que mezclaba teorías de diferentes filósofos que eran opuestas, y me enseñó el nombre de algunos filósofos que desconocía, junto con sus teorías, y otros que sabía sus nombres aprendí acerca de lo que pensaban.
          Seguimos no obstante, argumentando durante unos dos años. Poco a poco, supe de quienes decían entre varios mis teorías, yo le hablé de mi Maestro, y un día me preguntó acerca de dónde salían mis teorías, porque a pesar de todo comenzaban a parecerle lógicas.
          Mi explicación fue, que yo hablaba de lo que mi Maestro había despertado en mí, ella había aprendido la filosofía de los filósofos para enseñarla, para comprobar en los exámenes que la había enseñado correctamente y el aprendizaje había sido correcto. Algo que impide enseñar desde lo que realmente es tuyo.
          Pasado un año aproximadamente, me dijo que esa semana había estado llorando un día. A sus años que la habían llevado a la jubilación, de nuevo las lágrimas habían caído de sus ojos: “Se había sorprendido a sí misma, riendo como cuando tenía 17 años”, desde los veintipocos, casada y con responsabilidades había olvidado reír, era esposa y madre, catedrática de estudiantes.
          Otro se sorprendió cantando al hacer algo, medio bailando y llena de alegría.
          Fue el comienzo de los cambios, los problemas en el olvido, y según ella sintiendo que estaba viviendo.
          Muchas cosas habían cambiado, no en el mundo, sino en ella, que permitían una visión y actitud diferente en su vivir.
          Mientras, yo he seguido pagando mis gastos con los masajes, que es lo bueno que yo he encontrado en ellos. Las personas con su esfuerzo realizaron los cambios que yo no estoy capacitado para realizar, aprendí algo de filosofía y me pagaron por ello.
          Ella cambió, lo habría hecho de cualquier manera, pero lo que cambió fue la Vida dentro y fuera para ella.
          Un día me dijo que había comenzado a leer filosofía oriental, que siempre había pensado que estaba equivocada, a veces me preguntó lo que yo entendía en algunas de las teorías y ella me explicaba, lo que había entendido desde su conocimiento de la filosofía occidental.
          Los dos aprendimos, algo que es lo importante en las relaciones, el verdadero enriquecimiento.


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