El caso
46, del Mumonkan se refiere a un hombre atascado en lo alto de un poste de 10
metros. El dilema es, qué se puede hacer cuando tu vida depende de cualquier
movimiento, cuando no puedes avanzar ni retroceder, si no es arriesgando tu
existencia, titulado “El Hombre de Pie en un Poste”, de Sekiso, es la situación que le plantea a sus discípulos, ¿Qué haríais en
lo alto del poste?, una pregunta que se
extiende a todos nosotros en cada ahora de nuestras vidas.
Sekiso preguntó, “¿Cómo puede
continuar si usted se encuentra de pie en lo alto de un poste de 10 metros?”, la pregunta es simple, pero la duda es demasiado grande
para responder, de ahí la respuesta de Sekiso: “Dando un paso adelante”.
No importa
cuál es nuestro ahora, la posición que ocupamos, nuestros logros o fracasos,
hay que dar un paso adelante.
Escribe hoy
Juan de la situación de Jesús, de Juan el Bautista, y su acercamiento a Dios el
Padre de todos. Tan cerca y a la vez tan lejos de Él. Al igual que todos nosotros,
nos encontramos tan cerca de lo que somos y tan lejos de serlo. Estamos tan
lejos de nuestra Humanidad, sin poder dejar de serlo, sumidos en la indecisión
de: “¿Qué hacer cuando estamos tan alto?”
En un aquí
en el cual hemos encontrado la comodidad, sabiendo qué hacer y cómo
comportarnos.
En un aquí
sólido, estable, conocido, en el cuál podemos vivir, relacionarnos, crear una
vida y un futuro. ¿Cuál sería el objeto de abandonarlo?, hay que mejorarlo con
leyes, con estamentos y estructuras que nos permitan vivir mejor, más felices y
con menos carencias. Es nuestro poste amado, en el que a pesar de todo nos
sentimos ahora, sabiendo que estamos en él.
Es el
llegar a saber que Buda y yo somos uno, aislados de cuanto nos rodea, subidos
en un poste en el cual solamente nuestro ego inmanifestado tiene espacio para
existir.
Juan ha
alcanzado el mundo espiritual, lo enseña y transmite a cuantos le escuchan. Seguido
por sus discípulos, recorre las tierras anunciando la llegada del Espíritu,
pregonando que el desierto finalmente está a punto de florecer.
Pero es un
saco lleno de cosas: “Juan, los discípulos, el mensaje, el Espíritu, el florecimiento
del Amor en el desierto de nuestros corazones, ….,”, demasiados incluso para estar en lo alto del poste, en
el cual solamente el Maestro puede estar.
Hay que
dar un nuevo paso, hay que elegir entre el cuerpo y el Espíritu, hay que
decidir si somos el hombre que sabe y trata de encontrar la espiritualidad, o
somos el Espíritu Viviente del Padre. Abandonada la cabeza, dado el paso
adelante, el Maestro se asienta en el poste.
Pero aun
estando solo, el Maestro ha perdido, olvidado su mundo dual, está en el Espíritu,
pero tiene que comer, tiene que procrear, tiene que sentir el frío y el calor. La
soledad, el ser Dios, no puede hacernos olvidar la Creación.
El nuevo
paso, es el de la Cruz, el que con toda seguridad nos hará perder la individualidad
que somos. Desde lo alto, el paso que vamos a dar significa la muerte de la
individualidad.
Quien cae
del poste, recupera de nuevo el cuerpo y puede visitar a sus discípulos, a su
madre, a sus amigos. No ha encontrado el Espíritu, pues este también ha dado el
paso desde lo alto.
El Universo
ha muerto con el paso dado, solamente queda la Vida, con nada que exista.
Mientras, reunida en la
primera cena, la Creación da gracias por existir. No teniendo a quién dárselas,
se hace gratitud. No teniendo qué comer, se entrega a todos. No teniendo nada
creado, no pudiendo existir, dando un paso al frente se hizo Vida, sin que
hubiese algo que viviese o vivir.
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