¿Qué o cuánto es suficiente para una sociedad del bienestar? Aparentemente no
debería ser difícil contestar la pregunta: Una buena casa, libertad, comida,
dinero para poder comprar lo que ¿necesitamos?, ¿deseamos?, ¿consideramos
suficiente?, coche, trabajo que nos permita dedicar tiempo a la familia, pero,
¿es suficiente o necesario tener todo esto para ser felices?.
Tras mi estancia en Australia y con el dinero ahorrado en mi trabajo, partí de
nuevo, ahora hacia Nueva Guinea donde viajé por un tiempo.
Conocí a un misionero alemán, que me invitó a ir a su casa en lo alto de una montaña, donde era peligroso aterrizar pues se entraba en una pequeña pista, que comenzaba en una cortada de unos 20m. de profundidad y el tren de aterrizaje de dos aviones en el fondo. Con él visite algunas tribus, en las que cazaban con arcos o escopetas viejas, las tribus estaban dos o tres años en el mismo emplazamiento y posteriormente se abría uno nuevo, comenzando por la zona de la huerta un año antes, para que todo estuviese preparado. Por las mañanas se limpiaba el emplazamiento y era cuando volvían los que habían ido por agua, que salían al amanecer con las primeras luces.
Conocí a un misionero alemán, que me invitó a ir a su casa en lo alto de una montaña, donde era peligroso aterrizar pues se entraba en una pequeña pista, que comenzaba en una cortada de unos 20m. de profundidad y el tren de aterrizaje de dos aviones en el fondo. Con él visite algunas tribus, en las que cazaban con arcos o escopetas viejas, las tribus estaban dos o tres años en el mismo emplazamiento y posteriormente se abría uno nuevo, comenzando por la zona de la huerta un año antes, para que todo estuviese preparado. Por las mañanas se limpiaba el emplazamiento y era cuando volvían los que habían ido por agua, que salían al amanecer con las primeras luces.
Rodeada de jungla, a la
orilla de un afluente del río principal, muy cercano, en el que se compraba el
pescado si se tenía suerte, unas zonas de huertas y las cabañas, un techado
donde se reunían y el lavadero en el río.
Lo primero
que hice fue aprender a fabricar mi cama con ratan, en la que dormí el tiempo
que estuve con ellos. En los pocos días que estuve con ellos: coseché tomates y
cacahuetes, nos hicimos unas gafas de buceo con madera y cristal y con
una pistola de madera, una goma y un alambre estuvimos pescando para comer en
la orilla del río, les vi tocar la flauta con la nariz que es su estilo y le
regalé a uno una flauta Hohner al ver que tras unos “piii, piii, piii” comenzó
a tocar música, lo que no hacía yo con la partitura, estuve con uno de ellos
arando a la luz de la luna con un búfalo de agua (por el día hace mucho calor),
fui con dos de ellos a cazar en la jungla donde pasamos dos días, ellos con los
“bolos” abriendo camino y teniendo que esperarme, la familia que me había
invitado, me dio las gracias porque a los dos días volvían a cazar por tres o
cuatro días y me invitaron a ir con ellos, lo que según esta familia les había
dejado bien con ellos, porque era la primera vez que volvían a invitar a
alguien de fuera de la aldea.
Entre
medias, comí tortuga y huevos de tortuga, hablamos durante horas y horas,
jugaba con los niños, me iba con ellos a cuidar los carabaos, pasaba ratos
viendo lavar a los grupos de mujeres en el río, todo ello sin electricidad, no
había ni bicicletas, ellos no usaban el reloj pero llegaban puntuales a sus
citas, por el día con el calor nos reuníamos bajo el techado y durante buenos
ratos la gente bromeaba, se daban las noticias que alguien había traído,
planeaban lo que iban a hacer y convivían.
¿Qué es realmente lo que necesitamos para ser felices?, pero sí que he visto felicidad, en las gentes que no quieren tener lo que no tienen.
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