Escuchamos con frecuencia, podemos leer
y encontrar en múltiples lugares:
“Lo importante que
son los libros”, para
nuestro crecer como individuos, para evolucionar por medio del conocimiento,
para convertirnos en mejores personas, para poder soñar con transformarnos en
seres humanos.
Olvidamos, que los libros también son
leídos por violadores, asesinos, delincuentes, maltratadores, terroristas, y
todos leemos libros o escuchamos parte de lo que dicen cuando no sabemos leer.
Nos parece increíble a veces, los libros
leídos, o los conocimientos adquiridos por algunos personajes nefastos de la
Historia. Esos personajes que han encarnado el mal, lo peor de la miseria
humana, que aprendieron leyendo los mismos libros que las personas que encarnan
y son ejemplo de humanidad.
Dicen que hay que volver a ser niño para
entrar en el reino de los cielos como adulto. Hay que leer desde los ojos del
niño, para que viviendo el libro sea nuestra experiencia personal lo que
leemos. Hay que leer como un niño, para no cargar con el entendimiento de
cuantos lo han leído antes que nosotros, entendiendo sus interpretaciones, más
que nuestra experiencia.
El libro es leído siempre por primera vez,
por aquél que es capaz de escribir desde su alma lo que está leyendo.
Pero es nuestro entendimiento, nuestra actitud,
nuestro cuestionamiento y lo que hacemos con ello, en leyendo el libro, lo que determinará
el fruto de la lectura. Porque, nunca es lo que hay escrito lo que determina su
utilidad o lo que enseña, es lo que nosotros entendemos lo que hay realmente escrito,
lo que creará el fruto de nuestra lectura.
Es bueno leer, pues permite vivir experiencias,
que probablemente nunca viviremos. Pero es la limpieza de mente, la claridad, lo
que vivimos al leer, lo que debemos de cuidar por encima de leer o no leer.
Al igual que la Vida no es lo que vemos, lo que percibimos; lo que
dice el libro no es: “Lo que nos explican, lo que nos dicen, ni tan siquiera lo
que nosotros entendemos”.
Lo que hay escrito en el libro realmente es: “A lo que le damos
vida al leer”.
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