Hay
filosofías o enseñanzas, en las cuales lo que percibimos es en realidad la
imagen que refleja el espejo de lo que Es, de la Verdad que nunca puede ser
vista o percibida.
Se dice
también, que la Realidad, la Verdad, está oculta tras el velo de Isis, que es
tan misteriosa, tan bella, que quien descorre el velo y percibe su rostro,
muere.
Lo curioso
es que esa es la misión, la meta, del buscador, ver y conocer lo que el espejo
refleja, lo que el velo oculta.
Deseamos
perder el ego, destruirlo, borrarlo de la existencia, al ser lo que nos separa
de encontrar, de percibir esa belleza, esa unidad, esa integración con el Todo,
que nos permitiría ver la Verdad, percibir su rostro, algo que solamente puede
ser realizado por el ego.
Miles de
años después, miles o millones de libros explicando el misterio, explicando
cómo conseguirlo, aún permanecemos en el mismo círculo. Tanta y tanta
explicación profunda, nos ha llevado a olvidar lo simple.
Lo
intentamos por el Conocimiento, por la Sabiduría, por la dedicación de nuestras
vidas a Dios, la Creación o a la Vida, meditamos, nos mortificamos, rezamos, y
seguimos cuantos caminos nos son comunicados o enseñados, para hacer
desaparecer lo que nos impide conseguirlo: “El mal, la Ignorancia,
el ego, la mente, el dedicarnos a lo externo o superfluo”, miles y miles de métodos que no nos han movido en miles
de años de posición, que no han permitido ni tan siquiera un ligera brisa que
mueva el velo.
Al igual
que ese: “Ten cuidado”, de mi madre, hay
cosas de a diario que indican dónde señala el dedo.
Cualquier
persona puede curarse la mano, mirando el daño, lo puede realizar con más o
menos habilidad, dependiendo de la mano herida. Ve perfectamente el daño y lo
que está realizando.
Podemos
cuidar de muchas partes del cuerpo, viendo el problema y atenderlo.
Para otras
zonas, tenemos que pedir ayuda, bien porque no vemos el daño o lo que debemos
de hacer, o por no alcanzar a realizar lo necesario. Para ello no importan los
conocimientos o la preparación, es algo natural que no podamos ver todo nuestro
cuerpo, que no alcancemos a poder trabajar en su totalidad.
Hay
personas que se peinan, que se maquillan, que tratan de ver si su aspecto es el
adecuado para donde van a ir, las circunstancias o lo que desea que vean los
demás al contemplarla.
Para verse, es
imprescindible el uso del espejo, nadie puede verse su propia cara.
En esos
libros intentan explicarlo, pero hay tantos, que nunca he pretendido leerlos o
que me digan cómo puede verse el rostro de Isis, toda mi vida he cargado con un
yo, que se pasa todo su tiempo viendo el rostro de los demás. Por qué me va a interesar
ver el rostro de una, que además se ha puesto un velo y si la miro me moriré, por
muy guapa o bella que sea.
Bastante tengo
yo con mirar el mío, que no encontraré otro mas guapo. Pero tengo el mismo problema
que Isis, no puedo verlo, y la verdad es que las explicaciones de los libros no
me han ayudado, hay ideas muy ocurrentes, pero me quedo con lo que me dice mi madre,, ¿Cómo te vas a ver la cara si
tienes los ojos en ella?, por eso cada vez que la
veo tiene que ser en el espejo.
Dice el budismo que no hay algo llamado
ego, pero quien se percibe a sí mismo, tiene un yo que está percibiendo. Quien ve
o percibe el rostro de Isis, si no desaparece ese yo, solamente verá el rostro de
otro, pero no el de Isis, que solamente puede ser el de quien está mirando.
A veces lo más difícil para un ser humano,
sería encontrar la Humanidad.
Pero es común en la gente, morirse de sed
siendo agua.
No es difícil ver o percibir a Buda, pero
es imposible hacerlo con el Todo que es Buda, sin espejo, sin ego, sin dualidad
y sin un velo que mate a quien lo mueva.
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