¿Tenemos
en cuenta el Yin y el Yang en nuestras vidas, en nuestros conceptos, en
nuestras frases?
Cuando
vamos a una pastelería y compramos una tarta, si somos dos, todos tenemos claro
que si la mitad de uno es más grande es porque la del otro es más pequeña.
Incluso si las decoramos igual, obviamente la calidad y el tamaño de lo que hay
en una mitad no puede ser exactamente igual.
Si hay
algo que no le gusta a uno de los dos, no le importará que la mitad del otro
sea más grande. Pero de ninguna manera, podrán comprar en una pastelería que
solamente hace tartas de chocolate, y comerse cada uno media tarta de otro
sabor, ni entre los dos comerse más de una tarta.
Podríamos
llevar la tarta a casi cualquier tema o situación de nuestras vidas, pero como
todas son de nuestras vidas, ¿Por qué no mirar la tarta de la Vida?.
Si la
mitad que hemos vivido tiene un tamaño obviamente la otra o es igual o
diferente, que son las dos opciones del Yin y del Yang. También sabemos que el
sabor de la tarta es el de Vida, que donde compramos no hacen de otro sabor,
además siendo una pastelería tan especial: “Nunca hizo una tarta antes de la
que tenemos, y nunca hará otra nueva”.
La tarta
que tenemos es única, Infinita y Absoluta. Pensamos y tenemos gravado en nuestro
Ser, que la tarta tiene una mitad de Vida y otra de Muerte, y que cuanto más
comemos de una mitad, más nos acercamos a la otra o más nos queda de la otra,
siendo inevitable comernos las dos mitades.
Hemos
olvidado que el sabor único y para toda la tarta es el de Vida. No importa la
textura, la forma o la apariencia del trozo que estamos comiendo, siempre es
Vida, cuando vivimos, nos vamos acercando inevitablemente a comer la otra
mitad, y comeremos la Vida en la Muerte, porque en una mitad es vivir en la
Vida, la otra vivir en la Muerte, pero siempre con un único sabor de Vida.
Llegará un
día en que nos habremos comido la tarta, es inevitable. Es cuando el ego que no
quiere dejar de ser ego, que no tiene interés en ser Tarta, pues no sabe lo que
es serlo y tiene miedo a lo desconocido, cuando trata de que no nos comamos la
mitad de la Vida, que muramos de hambre, pero no de falta de vida. Creyendo que
en la otra no podrá existir, saber que existe, que es el que controla y decide
lo que somos.
Pero cuando
nos comemos algo, no lo hacemos desaparecer, incluso algunos, equivocadamente,
dicen que somos lo que comemos. Pero es un hecho que la mayor parte de lo que
comemos tenemos necesidad de cagarlo, para que no nos envenene.
Y es que
de alguna manera, conforme vamos comiendo tarta, entregados a saborearla, a
aprovechar cada migaja de ella, a sentir la felicidad del sabor, la textura, lo
que nos alimenta, su entrega a ser comida para que podamos existir y vivir, poco
a poco, conforme comemos la tarta, nos vamos diluyendo para ser Tarta de Vida.
Hemos convertido
en Tarta, el ego que nos hacía comernos a nosotros mismos.
Finalmente
podemos vivir con un pie en cada orilla, viviendo el morir de cada ahora, del que
no podemos movernos.
Cuando vivimos,
no importa cómo, ni tan siquiera el por qué, porque antes de nacer, éramos Tarta,
que es traída a la manifestación, para seguir siendo Tarta.
Muchos buscamos
otros sabores, tratamos de encontrar otros sabores al comerla, pero la Tarta siempre
tiene las dos mitades, tanto en cuanto, sea una sola y única Tarta.
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