Leía esta
mañana en la página de Sandra, una de las frases del Tao Te King, de Lao Tse,
esa que nos han traducido: “Todos parecen ser sabios,
menos yo. Todos parecen muy listos, menos yo. Yo soy tonto.
Todos parecen pensar con tanta claridad, y yo estoy todo confuso.
Cuando alguien escucha mis enseñanzas sin la mente, se ilumina. ……..”.
Cuando alguien escucha mis enseñanzas sin la mente, se ilumina. ……..”.
A pesar de
la claridad y la simpleza de las palabras, miles de años han pasado y seguimos
escuchando desde la mente, escuchando lo que hemos entendido, pareciendo lo que
no somos, creyendo aprender lo que nos enseñan, o pretendiendo saber lo que
hemos memorizado: “Realmente, nuestra sociedad ha alcanzado un gran nivel de
conocimiento, de estudios, que nos hace parecer ser sabios a la mayoría”.
Más o
menos lo que nos dijeron hace unos 3000 años. Lao Tse ya sabía que lo que podía
expresar era lo que una parte percibía de la otra, luego no era la verdad, no
era verdadero conocimiento. Sabía que lo que entendía de los demás, no era lo
que habían expresado, sino lo que parte de él había entendido. Había llegado a
la conclusión, que para saber lo que era algo, para entender lo que alguien
decía, era no entender nada, porque no había yo escuchando o entendiendo.
Es el
comparar lo que hemos entendido, con el entendimiento de nuestra mente cuando
percibimos que los demás se equivocan, simplemente porque no coinciden con
ella. Lo natural sería que al escuchar a los demás, sin entender nada, solamente
quedase lo que enriqueciese nuestro conocimiento, por lo que siempre sería
verdad lo que escuchamos de lo que nos dicen.
Seriamos felices
pudiendo sonreír y reír eternamente, escuchando a los demás sin nada que decir,
porque incluso nos escucharíamos a nosotros mismos.
“Todos parecen ser sabios, menos yo. Todos parecen muy listos, menos yo. Yo soy tonto.
Cuando los demás son sabios, el yo tiene que ser tonto.
Cuando los demás son sabios, el yo tiene que ser tonto.
Todos parecen
pensar con tanta claridad, y yo estoy todo confuso.
Cuando alguien escucha mis enseñanzas sin la mente, se ilumina.
Parece y el yo, solamente pueden existir en la confusión.
Cuando alguien escucha mis enseñanzas sin la mente, se ilumina.
Parece y el yo, solamente pueden existir en la confusión.
Cuando se olvida
la mente, y el yo no es percibido, desaparece los demás y no habiendo quien hable
o entienda, al no existir nada que produzca la sombra, Todo queda Iluminado, al
no haber quien perciba la luz.
Lo más importante
del Sabio es su egoísmo, el amar su yo por encima de todo y buscar con todo su Ser
su felicidad.
Mientras el
yo, es siempre pequeñito, al ser menos que una mota en el Universo, lo demás es
infinito, pues es el resto del Universo.
Nosotros percibimos
lo pequeño, la mota en la pared recién pintada, el Sabio no ve ni siquiera la pared.
Si dedicase
sus fuerzas para proteger el yo, no podría ganar al resto del Universo.
Es por ello
por lo que se dedica a cuidar a su “Demás”, porque sabe que su yo es
el demás del resto del Universo.
Por ello el
que bien se quiere, no cuida su debilidad. Sino que forma un haz defendiendo su
demás.
Todo es nuestro
demás, fuera de nuestro yo. Pero nuestro yo siempre será y estará incluido en el
demás del resto del Universo.
Esa es la fortaleza
de la ignorancia del Sabio, cuando se vacía de conocimiento, puede contener el Conocimiento
del resto del Universo.
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