Hemos sido
muchos los afortunados que hemos podido escuchar las palabras de mi Maestro,
algunos menos los que nos hemos sentado junto a Él, compartiendo espacio y
alimentos.
Ayer leía
en Internet uno de sus escritos que he comentado con anterioridad, “Ser como una silla,
de Tangen Harada”. También le vi en uno de
los Kannon Sama de 2010, su forma de hablar, su dibujar el “Enzo” (círculo) en el aíre. Escuchando su “Ima, Koko” aquí y ahora, el “Ichi Tantei”, que incluso cuando se traducía por “one doing” (un solo hacer), se escapa al entendimiento de nosotros,
los que le escuchábamos, los que cada uno alcanzaba un entendimiento diferente
de las mismas palabras, sin que ninguno escapase o pudiese ser excluido de su
Verdad.
Es por lo
que quiero escribir acerca de la Meditación que yo entendí de ese Ima, Koko,
Ichi Tantei, el dibujar del Enzo etéreo suspendido invisible en el aíre.
Comenzamos
a meditar, tratando de alcanzar la concentración, el silencio de la mente.
Quizás buscando nuestro ser, nuestra verdad, la Iluminación, nuestra Naturaleza
de Buda, la unidad, penetrar en la Consciencia, trascender la dualidad.
Podríamos
continuar, hasta que el número de logros que pretendemos alcanzar se igualase
con el de meditadores, pues cada uno tiene su propia meta, su propia búsqueda.
Cada uno meditamos tratando de alcanzar Nuestro Ser, nuestra unión con Dios,
con el Ser, con Buda, tratando de trascender la Dualidad para ser Uno con Todo,
llegando a la Iluminación.
A lo largo
de nuestro deambular por la Meditación, ella ha acogido a la mente atormentada,
a la mente en paz, al que cargaba con la desesperación, a la mente llena de
ruidos, a la que guarda silencio, a la que puede concentrarse y a la dispersa,
no ha tenido nunca conflicto o un mínimo pensamiento al acogernos cargados con
todo ello.
No ha
importado si meditamos o no podemos meditar, si lo intentamos o estamos fuera
de Ella, siempre somos acogidos, sin importar nuestra condición, nuestro
pensar, nuestro deseo, lo que buscamos o esperamos de Ella, siempre hemos sido
acogidos, sin ser preguntados, discriminados o juzgados, tanto si estamos
dentro o fuera de Ella, hemos sido acogidos en y por Ella, siendo Meditación,
al estar acogidos y Ella entregada a los que meditan y a los que creen no meditar.
Si tuviese
que traducir “Ichi Tantei o Ima Koko”, lo haría
como Meditación, como ese Círculo que invisible en el aíre, acoge y encierra a cuanto
hay dentro y fuera de Él, para ser “Enzo”, ese que mi Maestro dibujaba en el aíre, al no poder ser
expresado.
Nosotros llevamos
un yo, que quiere ser Uno con Todo, la Verdad, Buda, Iluminación, Consciencia. Que
quiere trascender la Dualidad, la Mente, el Sufrimiento, la Ignorancia.
Todo ello está
acogido en la Meditación, cuando meditamos o cuando creemos que nos hemos salido
de Ella.
En la botella
de vino, podemos decir vino de botella o embotellado. Pero todos sabemos que el
vino es de uva, no de botella. Que la botella es de cristal, de plástico u otro
material hidrófugo, pero no de vino.
Siendo dos,
es necesario una trinidad para poder percibir la separación o diferenciación de
ambas individualidades, como botella de vino.
La Meditación
es la Botella donde Todo es contenido, cuando nos sentamos podemos observar el vino
y la botella, la mente y el ruido, la dispersión o concentración de nuestra mente,
la luz y la oscuridad, nuestra humanidad y la Iluminación de la Naturaleza de Buda.
Mientras el
observador permanezca, incluso percibiendo la Iluminación o la unidad, no habrá
penetrado en el Ima Koko, en el Ichi Tantei, será el aíre donde el Enzo permanece
dibujado.
Cuando nos
sentamos a meditar, solamente puede haber Meditación, el Vacío donde Todo es acogido,
siendo Vacío.
Nada puede
ser excluido, la Meditación acoge Todo, sin discriminar, sin cambiar, sin juzgar.
Cada uno de nosotros fue acogido entendiendo lo que entendió de sus palabras, de
su Silencio.
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