No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

lunes, 26 de febrero de 2018

LA PAZ DEL MI

Boddhidarma estaba sentado frente al muro. Su futuro sucesor, que estaba parado sobre la nieve, presentando su brazo cortado a Boddhidarma, exclamó: “Mi mente está atormentada. Maestro, apacigua mi mente.”
“Si me traes esa mente, la apaciguaré” le dijo Boddhidarma.
“Cuando busco mi mente no puedo dar con ella” replicó el sucesor.
“¡He apaciguado tu mente!” concluyo Boddhidarma.

          ¿Cuántas veces habremos admirado el cielo estrellado, los colores del amanecer o del atardecer?
          Las bellas estrellas siempre esperando a ser miradas, de día y de noche, con el cielo despejado o nublado, con alguien mirando o cuando no mira nadie.
          Las bellas estrellas que nunca saben de su brillo, de si son contempladas o tan siquiera percibidas, colgando eternamente suspendidas del Vacío, sin saber que son estrellas.
          Las miramos arrobados en las noches de primavera, buscando nuestros amores en su brillo, en su lejanía que tanto nos acompaña.
          En verano, cuando las flores comienzan a fructificar, sentados en el susurro del viento del atardecer, abrazados al amor encontrado en primavera, las vemos ir llegando una a una, hasta cubrir el cielo de pequeñas luces de sueños esperados.
          Ellas están cuando se van los amores, cuando dormimos, cuando permanecemos encerrados en descanso o en nuestra huida de la vida.
          Ellas están cuando son contempladas con amor o maldecidas por nuestros desamores.
          Ellas siempre están, simplemente siendo estrellas, de día y de noche, en cielos claros o nublados, permitiendo que sean nuestras, cuando ni siquiera son suyas.
          Por eso, por ser nuestras estrellas, son robadas por el día o por las nubes, por nuestros desamores, por nuestras soledades tratando de huir de nosotros mismos.
          No se van las estrellas siendo estrellas, desaparecen solamente “las nuestras”, robadas por el hado maléfico del ego.
          No es la mente la que se atormenta, al igual que las estrellas siempre permanecen siendo estrellas, la mente no deja nunca de serlo. No se califica nunca a sí misma, siendo: “Mente atormentada cuando atormentada, tranquila en su sosiego”, pero no sabiendo que es mente, ¿cómo encontrar sosiego o tormento?
          No podemos encontrar algo que sea nuestro, a lo más podemos percibir una parte de lo que somos, por la parte que no percibimos, esa que estamos siendo.
          Cuando encontremos algo que sea nuestro, el Maestro no tendrá problemas en cuidarlo para que sea como deseamos.
          Mientras, seamos lo que somos: “Estrellas en el cielo”.


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