Desde
antiguo, hemos leído las historias de un héroe que tiene que encontrar o salvar
algo importante para la vida de la Humanidad, la convivencia en armonía y paz.
Para pasar las pruebas necesarias hay que entrar en el peligro, del que salimos
gracias a algo que nos ha sido entregado por un hada, un mago, una bruja o una
persona de la Sabiduría.
Zapatillas
que vuelan, sacos o capas que hacen desaparecer algo, alas para salir de los
laberintos, espadas hechas con materiales mágicos, en general, algo que haga
desaparecer el ego, donde pueden depositarse todos los peligros y sufrimientos
del Universo, o el amor que hace la alquimia de transformar aquello con lo que
entra en contacto.
Tantos
caminos que nos han explicado para encontrar el mundo soñado, el Paraíso que
nos comprometimos a crear, cuando sentimos que éramos lo suficientemente adultos
para no vivir en la casa de nuestro Padre, el Universo que aceptamos dirigir
lleno de paz y amor, en la convivencia de nuestra creación.
Decimos,
que tenemos que encontrar dentro, lo que nos hemos comprometido a crear fuera,
incapaces de verlo en nuestro ego que es el que está separando ambos yo. Pero
no podemos mirar dentro, porque solamente podemos percibir su reflejo fuera.
Negamos a
Dios, ese dios que hemos creado a nuestra imagen y semejanza, ese Dios que
hemos creído percibir en el Universo que nos refleja, ese Dios que al sentirnos
incapaces de manifestar, negamos para escondernos en ese ego que nos da la
seguridad de que podamos creer que somos lo que vemos, olvidando lo que
manifestamos.
Culpamos a
ese Dios que hemos creado fuera, en su hogar, en su cielo, en su Paraíso, del
que ocupamos su exterior, soñando con entrar en Él, porque finalmente podemos
manifestarlo en nosotros. Al mismo tiempo buscando en lo demás la culpa de
nuestro fracaso, de ser Uno con Todo, lo Absoluto, el Creador de lo que somos.
Recorremos
caminos que nos han prometido que nos llevarán donde deseamos llegar. Pero
solamente encontramos frustración, dando vueltas en el Laberinto en el que
vivimos. Hemos encontrado tantos culpables, tanta imperfección, tanto abandono
de Dios, tantas leyes que hay que establecer y cumplir para alcanzar la
felicidad de ser Libertad, que nos descargamos de las herramientas que nos son
ofrecidas, pensando que hay que ir ligeros y rápidos para alcanzar la Meta.
Algo que
solamente nos obliga a no poder parar, a correr de un lugar a otro, sin poder
alejarnos de nosotros mismos, que es la carga que nos impide salir del
Laberinto.
Hemos
buscado un Dios que nos haga buenos, hemos buscado gobiernos de todo tipo que
nos obliguen con sus leyes o su poder a ser buenos, hemos tratado de destruir
el mal para encontrar el bien, hemos prohibido hacer cosas equivocadas, pero
todo ello solamente nos ha sumido más profundamente en nuestra frustración.
Nadie puede cambiar el Universo que hemos creado, nadie puede obligarnos a
existir en lo correcto, en el amor, en la paz o la armonía.
Solamente
nos ha quedado tratar de obligar a los demás por medio de leyes a vivir
correctamente, en la seguridad de que lo correcto es aquello que nos beneficia
o es mejor para “mí”.
Pero
podemos amar la paz o la guerra, lo correcto puede ser creer en un dios de amor
y libertad para los otros dioses o uno vengativo y celoso que destruye a los
otros dioses y sus seguidores, podemos amar tanto la paz que no paremos nunca
la guerra por conseguirla, podemos buscar tanto el Amor, que destruyamos a todo
aquello que no nos ame.
Hay tantos
caminos, tantos laberintos, en los que para una existencia en el Todo, bastaría
con dejar el ego fuera al entrar en ellos para llegar a una meta.
Pero
perderíamos la mitad de la Vida al abandonar la dualidad, por lo que no podemos
abandonar totalmente el ego en la entrada.
En cada
camino que debemos recorrer, recorremos un Laberinto que solamente puede ser
abierto con una llave que encontramos a la entrada, es pesada de llevar,
molesta por su tamaño, pero que no podremos llegar a la Meta saliendo de los laberintos
sin ella.
Amar, honestidad,
amistad, el bien, la justicia, todo ello pertenece al Universo Dual, tanto en cuanto
es nuestra relación con el resto del Universo donde pueden ser manifestadas, la
corrección de todas estas cualidades, estos principios o valores, tiene que ser abierta
con la llave de la Dignidad, que nos lleva a
vivir manifestando y luchando por la Verdad y la Justicia, lucha innecesaria cuando
ser dignos, nos lleva a dar dignidad al resto del Universo, recibiendo la que el
resto del Universo nos da.
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