Cuando
escuchamos las palabras, solemos entender lo que nos han explicado o en el
sentido de uso general. Pocas veces, la Gran Duda existente en nosotros nos
lleva a buscar o entender el Concepto que esa palabra encierra. El origen y el
porqué de esa palabra y su relación de opuestos.
Cuando
caminamos, lo que le da significado y apoyo al movimiento, es la pierna que
permanece quieta, porque es ella la que permite que la que no carga con la
responsabilidad del equilibrio del cuerpo, pueda moverse.
Hay palabras,
que de una manera u otra marcan y sustentan nuestro caminar en la Vida, la
dirección y en qué nos apoyamos para encontrar el camino correcto.
La palabra
Religión, no significa o es sustentada por las religiones, sino por nuestra
vivencia de ella. Porque la Religión no pertenece a Dios, sino al Templo que
nosotros creamos en nosotros y nuestro alrededor, para que podamos serlo.
La
palabra: “Espiritualidad”, es una manera
individual de manifestarnos, no es un camino marcado o una forma concreta de hacerlo.
Siendo que es relativa al Espíritu, no tiene que ver con la renuncia de: “Materia, cuerpo,
mente, emociones,…,”, o cualquier parte del
Todo que consideremos que no es el Espíritu o su manifestación como Espíritu.
La
espiritualidad, es el movimiento del Espíritu, o moverse en sus caminos o sus
formas de hacerlo.
Para ello
hay que mirar el significado que le damos al Concepto Espíritu. Desde antiguo
hemos leído o escuchado, la palabra espíritu con múltiples acepciones: “El espíritu: del Bosque, del río, de la Naturaleza, del cielo, de Dios, del árbol, del guerrero,
incluso político”. Algo que nos dice, que en
la Naturaleza es el funcionamiento de un conjunto de individualidades en
armonía. En otra, una forma de comportamiento o ética en la manifestación de
nuestro hacer.
Como
cualquier otro caminar en la existencia, hay una parte que se mueve, otra que
sirve de apoyo y sustenta el Universo que tiene que moverse.
En el
movimiento del Espíritu, en el movimiento llamado espiritualidad, el Universo
que se mueve es nuestro Ser, nuestra individualidad, el bosque con todos sus
árboles, arbustos, pájaro, animales, arroyuelos y peces, los insectos y las
hierbas. Porque si alguno faltase, no podría moverse el espíritu del bosque.
Nos han
enseñado que espiritualidad, es la renuncia de la materia, de la mente, de la
imperfección, de lo mundano, de los placeres, de lo que somos, para ponerlo
todo al servicio del Espíritu, que curiosamente es considerado como un Todo, al
escribirlo con mayúscula.
Qué
necesidad tiene, de ser servido por algo que no puede existir separado fuera o
dentro, qué necesidad tiene de buscar la espiritualidad o saber lo que es o
significa, si es el Espíritu.
No habría
bosque sin: “Árboles, sin plantas, sin animales, sin todas y cada una de las individualidades
que lo integran”. Sin ellas y no habiendo
bosque, “¿Dónde podría manifestarse el Espíritu del Bosque o su
espiritualidad?”.
Espíritu
de algo, es la unión de todas sus individualidades sin percepción de
separación, manifestándose como un Todo. Pero ser un Todo, no es la negación de
una de sus individualidades de sí misma y de las demás, para ser solamente
Espíritu.
Cuando hay
manifestación, algo imprescindible y necesario para la existencia de “la
espiritualidad” y por tanto dualidad: Es la Individualidad, la que tiene que
encontrar esa Armonía, que permite que siendo una parte o un todo individual,
poder ser la Individualidad o Todo, del Espíritu.
La
búsqueda de retorno al Espíritu no puede ser realizada por Él, pues nunca ha
sabido de su existencia. El Camino de la Espiritualidad, solamente puede ser
realizado por las partes o individualidades que le añoran, que desean y
necesitan el regreso al origen: “Alma, cuerpo, materia, mente, emociones, éteres y cuanto es
percibido como algo que no es Espíritu”. Ese
camino, ese deseo de retorno, es lo que llamamos espiritualidad.
“La espiritualidad es
el océano, donde nada la materia, la mente y las emociones”. Siendo Todo
Espíritu, nunca algo ha podido salir de Él, siendo el Océano donde estamos todas
las individualidades sumergidas, nadando en su Esencia, creemos habernos perdido.
Como peces que nadan desesperadamente por ir al Océano, para formar parte del “Espíritu
del Océano”.
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