Son
palabras que a veces usamos indistintamente, con un mismo significado o
interpretación.
La
Conciencia necesita de un portador o alguien que la cree o use. En general hay
un alguien que tiene conciencia de algo. Ese percibir lo real o aparente, es
tener conciencia, es alguien que es consciente de algo que puede ser percibido.
La
Conciencia ética de percibir o discriminar el bien y el mal, es otro tipo de
conciencia, pero necesita la percepción discriminativa de quien tiene conciencia
de ello.
Por otro
lado la Consciencia, no el ser conscientes de algo, sino la Consciencia como
Concepto, no debe o no debería aplicarse según mi opinión, cuando existe un
sujeto y un objeto de consciencia.
Hemos leído
desde hace miles de años, que hay que llegar a la Consciencia, a la unión con
el Todo, con Dios, con el Tao, con Buda, todos ellos en uno u otro escrito
sinónimo de Consciencia Absoluta.
Pero nuestro
esfuerzo, es para saber que hemos llegado, que ese yo que creemos ser es
diluido en la Consciencia y nosotros sabemos o percibimos esa unión. Que cuando
lo consigamos seremos un Todo que puede percibir a Su Consciencia y utilizarla
con unos fines buenos, o que al unirnos solamente quedará el Bien y lo
Perfecto.
Pero entonces
no sería la Consciencia Absoluta, no sería la Consciencia que conteniendo la
Dualidad no puede percibirla, por no poder percibir, por no poder tener
consciencia de Ser o No-ser, de existir o no existir, ni de Sí misma.
Es quizás
lo que más esfuerzo no cuesta aceptar, pues trasciende nuestra comprensión que
siendo Todo, no es posible percibir o tener conciencia o consciencia de algo.
Eso es al
menos, lo que yo entiendo como Consciencia con mayúscula, como Concepto, porque
para ser consciente de algo, es necesario el sujeto y el objeto cuando menos,
que junto a la conciencia o consciencia de su existencia, sería la Trinidad donde
se asientan las religiones y filosofías de la Creación, de Dios, o del Concepto
de Absoluto.
Ese ser Absoluto,
se realiza en cada individualidad, a pesar de que nosotros analizamos las
partes o individualidades que componen la individualidad que deseamos conocer o
modificar.
Vemos nuestra
individualidad, pero la contemplamos como una mente, una psiquis, un cuerpo,
sus circunstancias y su condición. Partes separadas en eterna confrontación en
la que buscamos la armonía. Pero la armonía que buscamos es la de destruir lo
que consideramos negativo o perjudicial.
Si vemos
la enfermedad, es algo externo que debemos aniquilar, destruir, desterrar o
excomulgar junto con el mal, de la existencia.
Pero llegado
a la condición de persona enferma, no es algo que nos permita desechar una
parte de ella para transformarla en persona sana. En alguna de las
individualidades que nos forman, se ha creado una desarmonía, que si no es
solucionada llegará a la parte física, a sus células.
Pero antes, esa desarmonía se ha creado a veces en los éteres de la Tierra, del continente,
nación, familia o individualidad personal. Su desarrollo no siempre es en un
solo sentido, sino que se expande desde una parte a la totalidad de lo que
somos, si no es armonizada.
En cada
átomo, en cada célula, en cada miembro, en nuestra mente, alma o espíritu
individual o colectivo, se refleja lo que somos, lo que hemos creado con la
Vida que hemos aceptado ser sus responsables.
No hay un
planeta diferente a sus habitantes o partes que lo integran, ni un Universo
diferente a las individualidades. “Las partes son el Todo, el Todo es y está en
cada una de las partes manifestándose”. “El Buda siendo Todo, hace que cada parte
sea Buda”. Pero la manifestación como Todo, solamente puede ser Vacío.
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