De todas
las parejas salvadas en el Arca, solamente uno de ellos, solamente uno, encontró la Verdad.
Lo primero
que hizo al pisar tierra de nuevo y tras dar gracias a Noe, fue sentir el
alivio de poder alejarse de tanto mentiroso, que durante días habían tratado de
engañarle.
Tras recorrer
el Arca en su totalidad cientos de miles de veces, comprendió que todo era
mentira, que Dios no era el Creador de todo. Mirando todo lo que le contaron
con atención, se dio cuenta de que la historia tenía un gran fallo: “Por más que miró,
no pudo encontrar al burro en Ella”. A pesar
de tener que reconocer que sí, que había una burra muy guapa, debió de ser
casualidad o la parte de verdad que siempre hay en las grandes mentiras.
Echando una
última mirada por si estuviese equivocado, no consiguió encontrar el gran Burro
que era creación de Dios. Por lo que, convencido de que le querían engañar por
algún motivo o interés, acerca de la existencia de un Dios que tampoco había visto,
acerca de un gran Burro que era su Creación.
El burro
se alejó corriendo, tratando de alejarse de tanta mentira, no sin que una lágrima
regase el encharcado suelo, sintiendo la lejanía de la bella burra.
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