No pretendo molestaros

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Yui Shin

viernes, 16 de marzo de 2018

FLORECER DEL LODO

          La mayoría de las veces, nuestra apreciación de la sociedad es solamente su funcionamiento en las noticias.
          En las religiones, las palabras, los escritos y lo que hacen una parte de la gente visible, que la representa para nosotros.
          En los poderes, las acciones y la manera de ser ejercido por las personas que lo han tomado, las designadas para ejercerlo o las que nosotros hemos elegido.
          Eso representaría un poco de lodo, tan poco profundo que ningún loto podría crecer en él.
          A lo más, algún nenúfar u otra planta acuática, que floreciese en la superficie del poco de agua que habría cubriendo el lodo.
          Varias veces me abrieron la cabeza, por saber de lo que hablaba escuchando a la mente que razonaba, por recordar lo que había leído, lo que había escuchado, lo que me habían dicho.
          Por tratar de dar las cartas del menú como alimento de los hambrientos, por pretender mitigar mi hambre con las imágenes de la comida.
          Cuántas veces, he salido de hablar con el Maestro hundido en la gloria, saboreando mis conocimientos de lo hablado en su “¡Bien!” y sintiendo la burla de su sonrisa, preguntándome si no estaría equivocado.
          Un día salí enfadado, sin saber quién había hablado, sin entender las palabras que mi boca despreciando a mi mente y mis conocimientos había pronunciado. Atrás su sempiterna sonrisa burlona, su “¡Bien!”, que no importaba lo que dijese.
          Quizás ese día me escuchó, y sin entender mis palabras entendió por primera vez lo que yo no había entendido, y cuando Él las entendió fui yo quien no las había entendido.
          Olvidamos que para que el loto crezca, tiene que haber cieno profundo, que solamente el pueblo puede crear con su ignorancia.
          Porque es el pueblo, quien da vida a las religiones, quien ocupa los poderes, quien ejecuta lo que los poderes mandan, quien es la sociedad.
          Es el pueblo con el agua de sus emociones, con la sangre de sus sentimientos, el que cubre con suficiente líquido y alimento el cieno donde crecerá el loto, que florecerá en la luz del sol, que llegará hasta el cielo.
          Cuando miramos las religiones de los demás, lo que entienden y cómo practican su religión los demás, olvidamos que somos cada uno el que porta la Religión del loto, el que tiene que florecer mirando directamente a la luz.
          Cuando juzgamos una religión o el poder, mirando a los otros, cómo la viven y entienden, no encontramos nuestra verdad, pues esta subyace en la Religión y el Poder, que siendo de todos, solamente en cada uno de nosotros subyace.
          La Religión es la Vida expresada en palabras, pero estas dependen de nuestro entendimiento, no de cómo son escritas, de cómo son explicadas, de cómo son ejecutadas por los demás.
          El Poder, no es el que nos manda, el que nos domina, sino el que tenemos que entender del que practicamos en la convivencia. Porque será nuestro entendimiento de este, el que permitirá que tengamos la seguridad de ser Lotos, incluso siendo lodo.
          La mente sólida del lodo, el líquido de las emociones y los sentimientos, en su profundidad, son el lugar donde crecerá el Loto, pues no encontraremos a Buda, si no somos antes el lugar donde pueda asentarse.
          Pero no puede haber ni un Buda que se siente en el Loto, solamente puedo sentarme yo, si sé con absoluta certeza que soy Loto.
          Fue cuando no entendí, cuando no hablé, cuando me entendió el Maestro.
          Fue cuando mi cabeza se abrió, cuando escapada la mente alguien habló.



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