No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 19 de marzo de 2018

TRAS LOS NOMBRES

          Quienes leéis lo que escribo, sabéis que hay tres Conceptos básicos para mí, en los que pienso que son la base sobre la que construimos lo que somos y son también las herramientas y el camino con las que construimos nuestro Universo. Nuestra percepción de lo que somos y de lo que es nuestro Universo, dependen de estos tres Conceptos: “Dios, Vida y Amor”.
          Los Conceptos, al igual que las palabras, no son la realidad de las cosas, unas dan nombres a las cosas, pero ese nombre se corresponde a nuestra percepción de lo que algo es y sus funciones, o por las características que le hemos atribuido. De ahí lo que decía Confucio de la importancia de: “La rectificación de los nombres”. Es decir, lograr que las cosas reales
estuviesen de acuerdo con el significado de sus nombres: “Cada cosa tiene un nombre y se corresponde con unas características y sus funciones, cuando algo no las tiene, hay que denominarlo por otro nombre”, o la frase de: “El principio de la sabiduría es llamar a las cosas por su nombre”.
          Pero este es uno de los motivos de nuestras equivocaciones, al no integrar las partes en el Todo de sus enseñanzas, que estaban equilibradas con la parte que no era de comportamiento social, que reflejaba: “El Tao Te King, de Lao Tse.
          Ese ser el centro de todo cuanto analizamos o percibimos, ser el que da y pronuncia los nombres, el que los escucha, modifica, cambia y percibe el significado del nombre, por lo que está viendo en un momento, por las circunstancias.
          Cuando miramos la Vida, lo que percibimos como Vida es lo que consideramos al pronunciar el nombre, es ese yo y esa percepción, lo que certifica que lo que percibimos es Vida. Pero toda percepción, solamente es posible desde dentro o desde fuera. Siendo las dos diferentes, son simplemente la percepción de algo, no su realidad.
          Podríamos decir que si tratamos de percibir o expresar el Amor, es la capacidad que tengamos de mostrarlo o percibirlo, lo que encontraremos al buscarlo, analizarlo o mostrarlo.
          Si buscamos a Dios, tiene que haber un yo que lo encuentre, que lo perciba, que lo escuche y hable con Él. Que es la razón por la que las Filosofías y Religiones, han tratado de explicar lo que es la función y características de Dios.
          Estos son los motivos que suelen llevar, a que al no cumplirse las funciones y características con las que hemos definido los nombres, haya que cambiarlos o negar la existencia de algo que pueda llevarlo.
          Hemos olvidado que los Conceptos son algo que no puede tener sujeto, tampoco algo que exista o viva dentro o fuera de Él.
          En las filosofías y Religiones, estos tres Conceptos, implícita o explícitamente, tienen una Naturaleza de Absoluto, son considerados sin principio o final y por tanto Eternos, en las explicaciones, se dice que no pueden ser duales, pero siendo Absolutos e Infinitos, obviamente no hay nada que no esté potencialmente en lo que son.
          En Ellos, existiendo: “Las partes, los opuestos, todo tipo de manifestación o manifestaciones, todo tipo de individualidades absolutas en número Infinito, todos los Universo y tipos de manifestación, todos los Infinitos niveles de manifestación”, sin embargo ese nombre como Concepto, no puede ser percibido por algo externo o interno, ni tan siquiera por Sí Mismo, porque en su Condición de Concepto, no pueden perder Su condición de Absoluto, Su Seidad en el Ahora sin espacio ni tiempo, no por inexistencia, sino por no poder existir algo que pueda percibirlo.
          Amar, vivir, existir, manifestarnos, percibiendo cuanto Es la Realidad, en su Dualidad, nos permite dar nombres a todo, incluso a Dios. Pero esos nombres y funciones, que le damos a los nombres que le damos a lo que percibimos, necesitan el objeto y el yo.
          Algo, que es impensable que pueda formar parte de los Conceptos, que hemos definido como Absolutos.
          Nada puede percibir o ser percibido por el Concepto Absoluto, cualesquiera que sea el nombre por el que le nombremos. Es por ello, que Dios, Vida y Amor, no son lo que vive, lo que ama, o lo que crea, pero tampoco pueden dejar de serlo. Por eso en sus características, se incluye: “Sin Principio, Sin Final”.



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