Se dice que el saber no ocupa lugar.
Pero es principalmente lo que somos, lo que ocupa.
Todo nuestro conocimiento, todo lo que sabemos es acerca de lo
que algo no es. Podríamos decir que en parte sí, pero no lo que es.
Pensamos, que viento es cuando el aíre se mueve. Pero no se
mueve el viento en el bosque, cuando es bosque también.
Todo lo que sabemos acerca de nosotros, es la percepción de
unas partes por otras, o la interrelación con lo que no somos. Pero lo que
sabemos no es lo que somos, lo que conocemos, tampoco lo es.
Todo nuestro afán es conocer, saber, estudiar, lo que son las
cosas, los conceptos. Otras veces, es alcanzar a saber su utilidad, su uso, sus
beneficios.
Tratando de saber lo que es la Vida, estamos a punto de no
saber vivir.
Tratando de saber la utilidad de cuanto tenemos en la Tierra, la
estamos destruyendo.
Tratando de saber acerca del Amor, trazando cómo hay que amar,
hemos perdido la capacidad de hacerlo, de acercarnos a su meta de Humanidad.
Tratando de conocer a Dios y sus leyes, nos hemos abandonado
en sus manos o le hemos negado al no darnos cuanto deseamos.
Decimos que el saber no ocupa lugar, pero hemos llenado
nuestra vida con él.
El saber pertenece a la mente, ser conscientes de vivir es de
la Consciencia, la Sabiduría pertenece a vivir correctamente, pero lo que
somos, lo que algo es, pertenece a la gramática al verbo, al infinitivo: “Ser”,
es tan simple, tan fácil, que no podemos hacer nada por ser algo diferente.
Pero nos hemos sumergido en el mundo, en el océano del conocimiento, en el que
al nadar nos creemos los peces.
Pero lo que hay en el Océano, es Todo Océano, sin percepción
de Ser, solamente Vacío de vacío.
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