Nunca me
ha preocupado la falta de neuronas de los políticos, tampoco su capacidad de
mentir y decir que harán lo que no comenzarán a hacer. Lo que me preocupa, es
la capacidad del pueblo para cerrar los ojos, los oídos, la capacidad de
pensar, dejando toda su alma en ir detrás y hacer lo que les es dicho.
No importa
el partido, las ideas o la orientación ideológica, iremos donde el pastor
decida.
He
escuchado a los independentistas: los grandes defensores de la República, la
Democracia, la Libertad, la Tolerancia, el rechazo a las dictaduras, la
capacidad de escuchar a los demás para que la aceptación y la convivencia
armónica sea posible.
Para ello
ofrecen una República, como si el nombre de algo fuese suficiente para que la
panda del 3%, de guardar el dinero para sufragar su idea de Independencia, de
ruptura, de abandonar a aquellos que les entregaron sus empresas y trabajo para
que consiguiesen tener lo que han conseguido. Dos Repúblicas fracasaron en
España, en el mundo ha habido grandes reinos, grandes tribus, grandes
repúblicas, cuando tuvieron grandes líderes y un gran pueblo.
Ofrecen
una inmersión lingüística, no solamente a Cataluña, sino a Baleares y Valencia,
para que el catalán sea la lengua vehicular y única admitida en la
Administración, y los ciudadanos con plenos derechos. Algo que según dicen
intentó su gran ideólogo, su admirado Franco, que les guía en sus haceres, a
pesar de que le denosten.
No sé
cuantas Republicas hay en el mundo que son dictaduras, que supongo que será la
que construirán. Una República, con el pueblo dividido en dos, como otra que
explotó en el 36, aspirando a ser el glorioso general que gobierne en ella.
Pareciera que es envidia, más que odio o rencor lo que le tienen a su guía espiritual,
al menos si marcamos los pasos de unos y otro, probablemente lo único que les
diferencia es que ellos llevan 40 años robando para preparar el proceso de
ruptura, y Franco se encontró en el lío, sin saber qué pasaría con él y si
estaría al mando o en los obedientes.
Son tan inútiles, que van todos a lo que les mande el escapista, que mucho valor, pero al igual
que los terroristas de ETA, cuando se encuentran ante otro con pistola,
necesitan el papel higiénico, quieren expulsar a todos los que no obedezcan,
pero en cuanto los demás no son demócratas, aguantando su verborrea, amenazas y
miseria mental, se van corriendo a donde al no importarles el asunto, pueden
hablar a los que no piensan de su gremio.
Hablan de
presos por sus ideas, por política, pero ellos hablan por los medios de
comunicación, en el parlamento catalán, en el español, en donde les dejan de
Europa, mintiendo respecto a la verdad, pero no a su adoctrinamiento.
Me gustaría
escuchar alguna vez hablar de proyectos, no de milagros, o de que en cuanto
Puigdemont el Gran Dictador gobierne, el dinero crecerá en las macetas o saldrá
por los grifos.
Por si
acaso, no quieren separarse de Europa, para poder seguir pidiendo limosna y
ayudas, teniendo además a quien culpar ante su inutilidad.
Y es que
cuando oyes lo que te dicen los políticos, aceptándolo como la verdad única,
has dejado de pertenecer al pueblo, entrando en el rebaño.
¿Cuántos
de los que no son independentistas, creen vivir en una democracia en Cataluña?
Franco no
dejaba hablar en la lengua de cada uno, algo que algunos catalanes me dijeron
era mentira, que ellos han hablado siempre en catalán, pero ¿Qué hacen los
independentistas?, porque cambiar una lengua por otra, no deja de ser prohibición.
Un buen
gobierno gobierna con cualquier sistema, los que no saben, eligen el que no
hay, porque cambiar te da tiempo para hacerte rico robando al pueblo.
El problema
no es a qué país pertenecemos, sino si queremos ser personas o gente, a pesar
de que la mayoría preferimos ser borregos.
Todos queremos
ser libres, hacer y pensar como queramos, pero que tengamos la asistencia
pública que cubra nuestras necesidades. Todos los pueblos que lo han
conseguido, necesitando lo público para vivir, se divide en dos: “Los que viven
a costa de los demás y los que pagan las necesidades de los demás”. Pero no
siempre, la necesidad surge de las circunstancias, sino que a veces nace de la
indolencia, la irresponsabilidad o la falta de dignidad.
Justicia, no
es ayudar y dar a todos lo que necesitan o necesidades que nos creamos, sino lo
que se merecen y ganan con su contribución a la sociedad.
Si alguien
hubiese silbado o usado un silbato, cuando cantaban el himno, ¿Sería libertad
de expresión y democracia?
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