Nuestra capacidad
de convivencia, podríamos verla en cualquiera de las noticias que provocamos,
aparte de esos actos de personas anónimas, que ayudan sin pensar en lo que
están haciendo, llevados por esa chispa de humanidad que deambula en nuestro
interior perdida en el bosque del ego.
“Juro por imperativo
legal”, una muestra de que si te pagan lo
suficiente, puedes decir que seguirás pensando y trabajando por lo tuyo, pero
juras que harás lo que debes hacer.
Algo, que
se puso de moda con el progresismo progresista y los independentistas y demás,
que no tienen huevos para montar su propio chiringuito y la suficiente dignidad
para no venderse por un salario.
Cuando por
mantener el 3% para el President y al menos otro 2 o 3% para los mamporreros,
que permiten que se pueda joder desde el extranjero a Cataluña, se puede aceptar
ser el títere que usa el despacho de la secretaria, para hacer lo que le dicen,
porque no sabe qué hacer. Cuando lo que hace es simple, aceptar lo que le dice
el pastor de la mitad, sin escuchar, castigando o ignorando a la mitad más
numerosa, que no se le concede voz ni voto.
A veces
dejamos que se jure por un salario, y lo único que se consigue es que nos roben,
con cualquier juramento a la mafia de turno.
Pero es
que nos manifestamos para que nos impongan leyes para respetarnos unos a otros.
Exigimos, leyes que nos protejan de los demás. Exigimos, que obliguen a los
demás a ser iguales que nosotros.
Y es que
olvidada la Dignidad, no sabemos vivir con Justicia, con Humanidad, y en lugar
de hacer lo que se supone correcto, tratamos de que los demás acepten
libremente hacer nuestra voluntad de ser los que determinemos, cómo deben de
convivir con nosotros.
Si además
democracia es: “Aceptar los cambios que nosotros decidamos, para que los demás
vivan como nos convenga a nosotros”, pues
hemos llegado todos al mismo acuerdo.
“No importa lo que se
supone que debemos hacer, juramos lo que sea para cobrar el sueldo, prometemos
lo que haga falta y haremos lo que nos convenga u ordene el jefe de nuestra
mafia”.
Prometemos
amarnos, nada de nada. Prometemos ser trabajadores, nada de nada. Prometemos
ser empresarios, nada de nada. Prometemos defender el trabajo, precios justos,
a los trabajadores y las empresas que permiten trabajar, nada de nada. Juramos ser
servidores públicos, nada de nada, nos dedicamos a servirnos del público. Juramos
servir a la Justicia, nada de nada, dedicados a servir: familiares, amigos,
clientes y poderosos.
Solamente,
miremos lo que hacemos cada uno con esa convivencia que decimos entre seres
humanos, es el mismo nada de nada. Pues lo primero que falta es la humanidad, y
más que convivir es una lucha por la supremacía de nuestro ego.
Al nacer,
aceptamos, nuestra independencia, nuestra responsabilidad, nuestro ser hijos,
con una respiración: La Respiración de la Dignidad.
Ese Juramento
o Promesa hacia la Vida, es la que incumplimos cuando no manifestamos lo que
somos: Vida. La Vida no trata nunca de destruir parte de sí misma, que es
dividirnos en separaciones, imponer una parte sobre otra, anular o impedir la
libre manifestación de algo que manifieste la Vida.
Parece que
sería difícil conseguirlo, pues siempre hay aspectos negativos, quienes tratan
de destruir en lugar de crear o manifestar la Vida. Es por ello, por lo que el
Juramento es de la Dignidad de manifestar Vida: “Servirnos al servir a la
Vida, no, servirnos de los demás para ser los que manifestemos el vivir”.
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