Decimos, que
todos somos hijos de alguien y que es más fácil conocer o saber quién es tu
madre que tu padre. Pero hay alguien, de quien es hijo todo cuanto nace: “La Dualidad”, todo cuanto nace tiene, es y posee dos mitades, que sin
importar cómo sean llamadas, siempre seremos mitad Yin y mitad Yang.
El tener
dos mitades, es anterior a que algo existiese, anterior al invento de las
matemáticas, anterior a la individualidad o al pensamiento de que tenemos
opción, de que existe alguna posibilidad de ser separadas.
Somos hijos
de la Humanidad y de la Putez, nuestras dos mitades, nuestras dos tendencias,
como constelación, como planeta, como grupo, como pareja, como individualidad, como Nada.
Tendremos células,
que trabajaran para que existamos como evolución de un Todo. Tendremos células,
trabajando para destruir nuestra integridad siendo el cáncer de nuestra
individualidad, atacándose y destruyéndose a sí misma.
Pero cada
una de estas células a su vez, tienen su mitad integradora, su mitad
destructora. Dependiendo su manifestación, no solamente de la intencionalidad
con la que se manifiestan, sino de lo que aprendan las demás de esta
manifestación. El resultado puede ser un sistema de defensas, inmunológico que
proteja el Absoluto de la Individualidad en la que se integran. O puede ser que
las demás aprendan a participar en la destrucción de ese Absoluto del que
forman parte.
Si miramos
nuestra sociedad, desde que pequeños grupos parten de sus tribus tratando de
conocer el Absoluto Tierra, Individualidad de la que formábamos parte, tratando
de encontrar la relación que habría que tener para su engrandecimiento, para
convertirla en Madre de la Humanidad, encontraríamos esta dualidad de ser Hijos
de la Putez y de la Humanidad. Tratando por un lado de convertirla en
prostíbulo, donde pagando con nuestra alma, encontrásemos el placer comprando
su cuerpo o convertirla en Madre de una Humanidad, donde todos fuésemos Madre.
Vemos que
los poderes, han caminado con un pie en cada dirección: “Reyes monjes,
monjes reyes, sirviendo a Dios y al prostíbulo. Vemos al pueblo, que ha vendido
una Dignidad que nunca encontró o conoció, por conseguir el placer de poseer un
cuerpo que usar, para satisfacer al ego”.
Quien ha
querido encontrar la unión de todos, destruyendo a quien no quisiese unirse. Quien
ha querido separar a todos en individualidades separadas, al servicio todos
ellos de la separación, las diferencias, los odios, en lucha por la supremacía
de no tener necesidad de los demás, por tenerlos a su servicio.
Podríamos encontrar
ejemplos, en cualquier lugar donde mirásemos, pero podemos hacerlo cerca, en
nuestro pequeño grupo llamado España. En el Gobierno, en las Iglesias, en los
grupos de poder, en el pueblo, en las mujeres y hombres, en las generaciones,
en cualquier dirección que miremos, podemos preguntarnos de quién deseamos ser
hijos, porque lo que mostramos se parece más a un prostíbulo que a humanidad.
Alguien deseó
en un momento crear la República Independiente de su reino. Reunió niños
alrededor y les llamó hijos de la Libertad. Cuantos más hijos conseguía más se
acercaba a los poderes, a los ambiciosos, a los que deseaban tener más que los
otros. Consiguieron que sus adoctrinamientos se instaurasen en los colegios en
las Universidades, en las guarderías, hasta que se multiplicaron y se enseñaba
en las casas, en los hogares la enseñanza del Gran Padre: “Todos sois libres
de seguir y realizar mis sueños”. “Id por el mundo asesinando y destruyendo a aquellos
que no os dejen hacer lo que os he inculcado”.
Pero hay
quien ve algo bueno en asesinar, crear leyes a su medida para la Libertad que
ellos dejarán tener, extorsionar, vender drogas para esclavizar las voluntades,
conseguir dinero para comprar a quien se venda o destruir a quien no, en aras
de una libertad que desterrará lo que ellos no admitan.
Hay quien,
con unas ideas gobernadas por el Gran Putín, desea construir prostíbulos
independientes en la Tierra o en España, porque no importa dónde, sino crear la
confrontación y que todo sea comprable, para lo que lo único que hay que hacer
es desterrar la Dignidad.
¿Excusa?,
los Estados Unidos, otros también lo hacen.
Pero no
son ellos, somos nosotros cada uno de nosotros, los que tenemos que elegir a
nuestra Madre. ¿Hijos de la Putez o de la Humanidad?.
Elegir si
deseamos ser Madre Tierra o disfrutar del prostíbulo y la venta de: “Almas, voluntades,
cuerpos al servicio de la destrucción de lo que somos o decimos ser”, es nuestra.
No es lo
que desean, no es lo que nos enseñan, no es lo que hacen, sino cómo lo usamos
nosotros lo que determinará que obedezcamos al Gran Putón o vivamos al servicio
de nuestra Humanidad, que será el hijo que tengamos, somos esa Madre Humanidad
que buscamos, pero hay que crear al hijo para serlo.
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