Es un post
que creo haber leído varias veces, el otro día lo he leído en el blog de Juan
Bedoya. Es un mensaje en el que encontramos gran enseñanza, pero que llama la
atención que incluso en los mensajes profundos, solamente encontremos el Dios
que existe con el yo, ese yo nuestro en el que integramos a Dios.
“Sólo te pido
que entres a mi casa con respeto. Para servirte no necesito tu devoción, sino
tu sinceridad. Ni tus creencias, sino tu sed de conocimiento. Entra con tus
vicios, tus miedos y tus odios, desde los más grandes hasta los más pequeños.
Puedo ayudarte a disolverlos. Puedes mirarme y amarme como hembra, como madre,
como hija, como hermana, como amiga, pero nunca me mires como a una autoridad
por encima de ti mismo. Si la devoción a un dios cualquiera es mayor que la que
tienes hacia el Dios que hay DENTRO DE TI, les ofendes a ambos y ofendes al UNO”.
En mi
blog, la frase o eslogan que hay es: “Quien se busca, no puede
encontrarse”.
Existen infinitas razones para que eso sea así irremediablemente: “El buscador que encuentra, deja de ser buscador. Quien busca es porque no ha encontrado. Si nos encontramos, ¿Qué somos?, lo encontrado o el que encuentra. Verdaderamente, lo único que puede encontrarse que seamos realmente, es Vacío.”
Existen infinitas razones para que eso sea así irremediablemente: “El buscador que encuentra, deja de ser buscador. Quien busca es porque no ha encontrado. Si nos encontramos, ¿Qué somos?, lo encontrado o el que encuentra. Verdaderamente, lo único que puede encontrarse que seamos realmente, es Vacío.”
Obviamente,
es algo que no debe de hacernos renunciar a la búsqueda de lo que somos, pero
desde la seguridad, de que: “Es absolutamente imposible, que encontremos algo que podamos decir
que es lo que somos, e igual de imposible que podamos encontrar algo que
podamos decir que no somos”.
Buscamos a Dios, ese Dios de los
escritos, de las profecías, de la esperanza de alcanzar la perfección y la
felicidad eternas, el Dios prometido como final de nuestro deambular en busca
de la Tierra Prometida, el Cielo donde todo vive en o al lado de Dios.
Un Dios
que siendo Todo, siendo lo Absoluto de cada individualidad, no puede buscar, en
la ignorancia de que algo exista. Solamente Él existe, por ser Existencia de
algo o de nada.
No puede
recibirnos, pedirnos, exigirnos o darnos, pues no sabe de Su existencia, ni de
la nuestra, o de que exista algo que pueda darse o pueda recibir. Que pueda
buscarse o ser encontrado, no habiendo buscador.
Es por
ello por lo que, amarlo no es algo que podamos hacer hacia Él, no hay casa de Dios
donde podamos penetrar, no hay un Dios que podamos venerar o amar dentro o
fuera de nosotros mismos, porque somos: “Su Hogar, Su Existir, Su Búsqueda o lo
que encontramos Ser”.
No es el
dejar de buscar, lo que nos ayudará a ser lo que somos, tampoco encontrar la
paz o la felicidad por ello. Buscar, no es para encontrar, sino la
manifestación de la Gran Duda, la que nos dice y mantiene siendo conscientes de
ser, de existir, de poder vivir y manifestar a Dios, a pesar de que es lo que
somos en nuestra realidad.
Porque la
Gran Duda, nace de la Gran Seguridad: “Antes del Principio, eternamente después
del Final, éramos, hemos sido y seguiremos siendo Buda”.
La Seguridad
de Ser Todo, es lo que nos debe permitir buscar, para poder vivir lo que somos.
Es el saber que la Gran Duda, no es buscar respuestas, sino realizar la
pregunta mientras estamos Siendo.
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