LA IZUIERDA SINIESTRA

          La mentalidad de izquierdas es la de la juventud: “Mis padres no me respetan, yo tampoco siento respeto por ellos, con tantas equivocaciones como han cometido”.

          Pero su falta de respeto no es solamente para con sus padres o las personas adultas por sus muchas equivocaciones, tampoco respetan a la juventud, ni a ellos mismos. Su única ilusión es crear un mundo nuevo y perfecto, destruyendo lo que hay, rebelándose a cuanto esté establecido, porque encuentra en la rebelión la meta de sus sueños.

          Pero no es la rebelión la que crea, tampoco la destrucción. La creatividad es encontrar nuevos caminos en el respeto entre todos, lo antiguo y lo nuevo, vejez y juventud, izquierdas y derechas, ricos y pobres, obreros y empresarios, donde el gobierno sea el que organice el funcionamiento, pero no el que se vea obligado a crear leyes que obliguen a cómo hay que convivir.

          En sus escritos, hablan del gran número de injusticias sociales, pero siguen sin mirar fuera de su propio ombligo. “Los médicos y los laboratorios médicos crean enfermedades para enriquecerse”, dicen sus comunicados y sus blogueros. Sus sindicatos, tienen que luchar por los derechos del proletariado abusados por los empresarios. Sin que hagan empresas que enseñen el camino, con acuerdos que agrandan las diferencias si son compensados o pagados por firmar.

          “Tiene que llover o hacer sol para vender paraguas”, “Tiene que haber enfermedades para que existan los médicos y los laboratorios farmacéuticos”, “Tiene que haber guerras para fabricar y vender armas”. Tienen que crearse la pobreza y la injusticia, para que se agrande el pensamiento y el poder de los partidos de izquierdas, es la misma argumentación que usan para la derecha, pero invisible para ellos.

          La ayuda a la pobreza, a la desigualdad, a la injusticia, solamente es posible si previamente es creada. Una vez que existe, es usada por quien quiere ejercer el poder, que no es el que lo tiene: “El poder siempre reside en el pueblo”, pero no en su aborregamiento, sino en el pueblo que desde la Dignidad no crea las situaciones de falta de respeto y que acepta a los demás.

          Los zares, los emperadores de Siam, de China, los presidentes de estados que no eran Repúblicas tenían pueblos en la desigualdad y la injusticia, al igual que la República de Roma o en la democrática Grecia. Pero fue usado, con la aparición de los ideales llamados de izquierdas y que están copiados de los pensamientos religiosos en cuanto a la igualdad social. El socialismo, comunismo, movimientos del pueblo, los revolucionarios, todos ellos clamaron por la destrucción de todo lo que había y el cambio en estados sociales de igualdad y respeto.

          Millones de asesinados en aras de la justicia y la igualdad después, se sigue asesinando a los que piensan diferente, se invade Crimea, Tíbet, se dice que Taiwan es chino, Cuba organiza terrorismo en muchos países para establecer la igualdad ciudadana de Cuba, Venezuela, Corea, China, Rusia y sus antiguas colonias que tratan de olvidar el comunismo, pero lo llevan en la sangre y en el lavado de cerebro.

          En España, ha habido como en cualquier ideología buena gente de izquierdas. Pero al menos en dos etapas nefastas, han llevado a los españoles a una guerra civil, que no fue de Franco sino por la ambición personal de los dirigentes de cada partido de izquierdas en sus peleas por el poder. Y en el regreso a los odios y los rencores, previos y aumentados en la guerra fratricida, con una Memoria Histórica, que olvida los orígenes y causas que propiciaron la guerra, lo que hizo la izquierda y que en una guerra fratricida más que de los poderes, somos los propios ciudadanos los que cometemos las mayores tropelías en loor de nuestras venganzas y rencores.

          Izquierda Unida, con su sindicato, olvidó la política para regresar a su movimiento de masas, en las cuales no ven personas, sino la fuerza que los lleve al poder. Para ello ha organizado huelgas, protestas se ha aliado con seudoetarras, antisistema o con cualquiera que estuviese pasados los linderos de la ley. Lo que les ha llevado a tener que unirse con Podemos y ofrecerles como pago su Sindicato, el de los cursos y las subvenciones, al igual que los Sindicatos que revolucionan la sociedad para beneficio de la Izquierda, para no desaparecer.

          Hoy el Socialismo ha llegado al poder, la alegría es porque consiguen ministerios y cargos donde poder chupar la sangre de España, para lo que no han tenido problemas apoyandose en quienes apoyan el terrorismo y se han alegrado por sus asesinatos, por los que tratan de irse con todo lo robado, con los que siguen pidiendo que lo suyo sea suyo y tener privilegios y ayuda de lo que consigue España en Europa, con los que remueven las calles protegiendo más a los fuera de la ley que a los que la respetan, ese Socialismo sanguijuela que por el poder y poder ser los que manejan el dinero, venden a España y los españoles.

          Me gustaría equivocarme, pero mirando las argumentaciones escuchadas en el Congreso, siento vergüenza de esta izquierda española sin decencia, tan ladrones o más que a los que critican, amparados en sus Sindicatos para crear problemas en la salida de las crisis, cuando no tienen el poder.

          Sin saber lo que van a hacer, prometiendo lo que los españoles no podemos pagar, endeudados con los que han apoyado los asesinatos y tratan de destruir esa dignidad y humanidad que permite convivir en unidad, venderán lo que puedan por los apoyos que necesiten para derogar cuanto se ha hecho estos años, para regresar a ese mundo de izquierdas de promesas que nos sumió en la ruina y el paro.

          Me pregunto, si servir a los ciudadanos tiene que ser imponiendo unas ideas o ser de un solo lado, porque ser político no es usar la mitad de lo que son para gobernar, sino unirse en las soluciones y ayuda al bienestar de los ciudadanos, hay repúblicas, reinos, confederaciones y muchos tipos de gobierno, en todos los hay buenos y malos, porque no es la ideología, sino la dignidad y buen hacer de los que pueden ser llamados políticos, lo que hace bueno un gobierno.