Ningún camino
lleva a la Felicidad, la Justicia, la Verdad, al Todo-Absoluto-Dios o la
Humanidad, si no es caminado y transitado por la Dignidad.
La Dignidad
no es triunfar, conseguir o tan siquiera hacer lo correcto por las enseñanzas
sociales o las leyes, que muchas veces son consecuencia de la prepotencia, la ambición
o el miedo. El nacimiento de todas estas circunstancias es el comienzo del
olvido de la Dignidad.
La Dignidad
es para mí: “La manifestación de la Verdad y la Justicia de nuestro ser en
todas las circunstancias y condiciones”.
Una Verdad
que no proviene o se forja en las enseñanzas y las costumbres, sino en la
manifestación y aceptación de la responsabilidad siendo lo que somos.
La Justicia
siendo lo que acerca a la Humanidad y Unidad de Todo, más que las leyes que
tratan de obligarnos a hacerlo según las ideas o conceptos de otros.
La Verdad
no hay una más grande que otra, siendo la Verdad individual o de la
individualidad, podemos mirar las verdades de una misma persona, como
coherentes en sus verdades: “Personal, familiar, grupal, nacional o en cualquiera de las
individualidades que se integre”. La verdad
de cualquiera de las individualidades puede estar equivocada, todas lo están de
alguna manera, pues solamente la Verdad Absoluta está compuesta de mitad
Verdad, mitad equivocación, que no mentira.
Pero la
verdad individual tiene que nacer en la sinceridad, sin tratar de encontrar
resultados posteriores de su manifestación, debido a que el deseo o búsqueda de
resultados nos llevará a tratar de mirarla desde el punto o color de
conveniencia personal.
Aparentemente
sería complicado convivir con verdades individuales, familiares, grupales o
universales, siendo todas diferentes no solamente por los integrantes, sino
cambiantes en momentos o circunstancias diferentes.
Es por
ello por lo que la Verdad de la Dignidad, lleva a la argumentación, a la
discusión o al diálogo, pero no a la confrontación o pelea, porque no hay
Verdad sin respeto y aceptación de las demás verdades, de las cuales aprendemos
para mejorar y agrandar la nuestra, acercándonos a que manifestemos la
humanización que decimos ser.
En la
Dignidad, al no haber semilla de violencia, no habría guerras. Al no alimentar
la mentira, habría posibilidad de determinar unas conclusiones Justas. Al no
alimentar la ambición de conseguir algo con lo que manifestamos, podríamos ver
nuestro error o comprender que la verdad ajena es más justa que la nuestra, sin
por ello estar equivocados.
Es por
ello por lo que la Dignidad tiene que equilibrarse sobre sus tres bases de: “Verdad, Justicia y
Aceptación”, cuando estas bases están
sustentadas en el respeto, vivir y convivir con Dignidad es inevitable,
desembocando irremisiblemente en la Humanidad y unidad o individualidad Única.
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