Miles de
millones de años de trabajo, han llevado a las plantas a crear un método para
continuar existiendo. Atraen animales e insectos, que esparcen sus semillas por
el Universo, creando bosques y frutos que alimenten y protejan las vidas que hacen
posible su existencia.
Los animales,
los minerales, las plantas no hacen nada por alimentar o proteger a otras
vidas, a otras manifestaciones, ni tan siquiera a sí mismas. Es la Vida la que
en su manifestación como Vida crea el equilibrio en el que siendo cada
individualidad ella misma, algo inevitable, alimenta y protege a todas las
demás, ayudándolas sin pretenderlo a esparcir sus semillas y su especie por el
Universo. Misteriosamente el equilibrio y la armonía son las condiciones que
permiten su existencia.
No importan
los cataclismos, las luchas por alimentarse y dominar el espacio que permita su
continuidad, es algo que fortalece a ambas individualidades, permitiendo que la
manifestación en cada época, tiempo o ahora sea la más equilibrada y correcta
para unas condiciones que están sucediendo.
El hombre,
tras sus primeros escarceos, escondido en la profundidad de las cuevas,
consciente de su debilidad, comienza a crear herramientas y condiciones, que le
permiten modificar el entorno, no a la velocidad que es necesario para la
adaptación o equilibrio de las condiciones manifestadas, sino al que le dicta
su deseo y ambición.
Buscando su
bienestar y felicidad, esclaviza el entorno, al pensar que es el único que
merece ser servido por el Universo, que su mente es capaz de dominar, controlar
y hacer el Universo para satisfacer, no sus necesidades, sino su ambición.
Los
resultados de nuestra acción en la Naturaleza son patentes, nuestra evolución
social y manifestación de la pretendida humanidad es visible, el desequilibrio
entre nuestras acciones y lo que la Vida puede equilibrar es manifiesto.
Es algo
que nunca nos ha importado, nuestro caminar es hacer los errores que destruyen
nuestros sueños para poder tratar de arreglarlos, creando nuevos problemas y
desequilibrios.
Llevamos la
cultura a países, les creamos hogares con cocina y baño, agua corriente y
ciudades, les mostramos las ventajas de los últimos inventos. Pero no llueve,
no hay ingredientes para fabricar los materiales con los que construimos los
edificios, la cantidad de espacio ocupado por carreteras y edificaciones impide
que los terrenos cultivables sean suficientes para producir el alimento
necesario, el agua que se gasta en duchas y baño, impide que haya para regar
los cultivos, el gasto en comprar los productos modernos que producimos les
impide vivir y comer.
Pedimos libertad
para decidir acerca de nuestras vidas, de nuestros cuerpos, legalizamos el
poder abortar, rechazamos el que las personas poco preparadas, hambrientas y
necesitadas de esos países modernizados para vender lo nuestro, que tienen
muchos hijos vengan a robarnos nuestro bienestar y trabajo. Al mismo tiempo nos
manifestamos por las pensiones justas, las mismas personas que piden asesinar a
los fetos, que solamente quieren nacer para poder ayudarnos a mantener las
pensiones en el futuro, son asesinados sin poder decir su opinión.
Queremos coches,
viajes, comodidad, hogares lujosos y confortables, para lo que tomamos lo que
deseamos de la Naturaleza, que al igual que el feto representan el futuro que
estamos creando, contaminando en nuestra ambición todo lo que permite que
vivamos y podamos ser felices.
El coche
eléctrico, las máquinas eléctricas que permitirán limpiar el aíre que
respiramos. Necesita crear la electricidad que los alimente, incluso con la
solar, el reflejo luminoso de las placas modificará el clima. Los
aerogeneradores cambian los vientos y matan aves, y crearán cambios que traerán
problemas, la energía nuclear crea residuos que perduran en el tiempo.
Necesitar más
de lo que la Tierra y el Universo regeneran, es un desequilibrio que nos llevará a
nuestra desaparición.
Podemos
cambiar de planeta, de estrella, de constelación, pero si no aprendemos a
convivir con el resto del Universo, usando cuanto nos es dado, pero no
exigiendo y creando lo que nos permita fabricar aquello que satisfaga nuestra ambición, perdiendo el respeto por lo demás y el amor por la Naturaleza de la
Vida que manifestamos, caminamos hacia nuestra autodestrucción, por no aprender
a amar.
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