No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 9 de septiembre de 2018

SI DESPERTASE

     Cuando la espalda sueña con ver la cara, su sueño se convierte en nuestra pesadilla tratando de encontrar el rostro perdido.
       Nos hemos transportado al mundo de los sueños, donde nos consumiremos en la pesadilla de tratar de encontrar nuestro rostro, nuestra cara que permita reconocernos a nosotros mismos.
       En él permaneceremos, hasta que despierte la espalda, de nuevo siendo espalda vivirá en la aceptación de que solamente no puede ver la cara, porque no la habría sin ella.
       En la seguridad de que la existencia del rostro, de ese rostro original por el que preguntaba Hui Neng tratando de proteger su propia existencia, depende de que la espalda mire y perciba la parte contraria que no puede ser percibida por la cara, completando la percepción de cuanto nos rodea, algo imposible para esa cara con la que nos sentimos identificados y tenemos la seguridad de no poder vivir sin ella.
       La cara vive sin poder verse, sin poder contemplar la espalda que permite su existencia, esa espalda ignorada, olvidada, que no sabemos a quién pertenece, sin la cual el rostro no tendría dónde existir.
       Nuestra identificación con una parte de lo que somos, es la que nos lleva a buscarla cuando las partes que ignoramos de nuestro ser sueñan con ella, pues nos transportamos a su mundo de los sueños, en el que pretenden verse a sí mismas.
       Somos la cara y la espalda, el Alfa y el Omega, el cielo y el infierno. El sueño siempre estará en la parte ignorada, que sueña con ver, con pertenecer a la parte con la que identificamos el Dios que somos, el Todo, el Absoluto, del “yo mismo”.
       Nuestra pesadilla, es el entrar en el mundo de los sueños de la ignorancia, de la parte ignorada, en las que el sufrimiento de ser lo que somos, será insufrible, pues no es la Ignorancia o lo ignorado lo que tiene que despertar, sino el “soñador”, el creador del mundo de los sueños imposibles, de hacer realidad lo que ya somos.


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