Nos comunicaban
el otro día que, el Nobel de medicina se ha dado a un nuevo tipo de
inmunoterapia contra el cáncer.
Podríamos pensar,
que si conseguimos que nuestras propias defensas sean las que se reequilibren
creando un estado de no enfermedad, habremos acabado con las enfermedades.
Es un
camino erróneo, no se puede terminar con los problemas que creamos
destruyéndolos. Cuando algo es destruido queda su cadáver, sus desechos, sus
escombros, que obviamente hay que seguir eliminando de nuestro ser.
La enfermedad
es lo que establece el equilibrio en nosotros, al no ser aprovechado correctamente algo quedan unos residuos que tienen que ser aprovechados,
obviamente tenemos en nosotros algo que no somos, que son esos residuos, por lo
que las defensas de nuestro ser tienen que actuar para eliminarlo. Es lo que se
manifiesta como enfermedad.
Cuando comemos
creamos residuos, que es todo aquello que no hemos asimilado al transformarlo
en lo que somos. Hay partes nuestras que aprovechan parte de estos residuos,
creando a su vez diferencias entre unas partes nuestras y otras, que tarde o
temprano se reconocen como individualidades diferentes y se atacan.
Cuando nuestras
enzimas o medios de abrir en sus componentes las proteínas, no son capaces o
los adecuados para hacerlo, se producen intolerancias, al no poder aprovechar
dichas proteínas. La transformación o modificación que han experimentado las proteínas
que comíamos en nuestro comienzo, han hecho que muchas de las que contienen los
alimentos de nuestra actualidad no podamos asimilarlas, aprovecharlas, al
necesitar ser abiertas en sus principios básicos las proteínas para ser
asimiladas en nuestro ser.
Es por
ello que creamos las defensas, los anticuerpos que nos defienden para que
solamente lo que somos, permanezca en lo que somos. Cuando algo permanece
indetectado o no percibido como algo extraño, se crea el conflicto que la mayoría
de las veces es percibido como crisis o enfermedad.
Hay dos
tipos de inmunoterapia en mi opinión, que como sabéis no proviene de los
estudios sino del sentido común: “Cagar y mear todo lo que no somos o bien que
no quede nada que cagar, meando por tanto el agua tal como la bebemos”.
Si aprovechamos
absolutamente todo lo que nos alimenta, no quedará nada residual, por tanto, no
habría que expulsar nada, pues todo lo que hemos vivido y experimentado como
alimento lo hemos asimilado. Esto haría que no fuese necesario ni tan siquiera
tener defensas o sistema inmunitario.
Si todo lo
que no aprovechamos es expulsado como alimento para otras individualidades,
quedaría continuamente lo que somos, necesitando un sistema inmunológico básico
de defensa, que no tendría necesidad de atacar nada, pues todo sería expulsado
sin violencia.
No hay
mejor medicina que el no crear el conflicto, la enfermedad, para lo que es
necesario respetar lo que somos, no cargar, no guardar, no retener lo que no somos, lo que
no hemos aprovechado, lo que no hemos asimilado transformándolo en lo que
somos.
Los alquimistas
buscaban la medicina total, aquella que transforma lo menos noble en oro: “Lo que transforma,
nuestros pensamientos, manías, traumas, sentimientos, comidas, y cualquier
alimento del ego en nuestro Ser”.
Es importante
que podamos curar nuestras enfermedades, pero estoy seguro que seriamos felices
al no crearlas.
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