Me
dijeron, que lo importante es la gratitud, agradecer cuanto recibimos.
Y me
pregunto, qué puedo hacer si nunca he recibido nada.
Debo
agradecerlo o acaso puedo librarme de tenerlo que agradecer.
Porque
quien nada recibe, ha recibido nada.
Algo, que
hace necesario que tengamos bien definido y situado al yo que tiene que
recibir, ese algo o ese nada que la Vida le da.
Pero si
algo tengo seguro es, que si estoy viviendo es porque tengo que ser Vida y si
me agradeciese lo que me doy, parecería prepotencia.
No tengo
la seguridad si la muerte también es Vida, por lo tanto, agradecer el
recibirla, al menos, porque tengo que estar vivo para que me la den.
Y es que
no es tan sencillo como parece, no ya el ser agradecido, sino saber lo que es
el agradecimiento.
A muchos
de los que han venido a masaje de reflexología, una de las cosas que les digo
es que carecen de gratitud. Que viven despreciando a cuanto les rodea.
Si tenemos
en cuenta que no suelo preguntar nada y que comienzo diciéndoles lo que yo le
veo en los pies, la mayoría me miran indecisos, no sabiendo si marcharse,
insultarme, preguntar o simplemente darme una patada, levantarse y marcharse
con un portazo.
Una de las
costumbres de gran parte de las personas que he tratado, es la de comer rápido,
apenas sin masticar, incluso los que comen en un tiempo adecuado o lento,
apenas mastican para saber lo que se van a tragar, al estar distraídos pensando
en cualquier cosa, con la mente en cualquier sitio menos comiendo, que es lo
que están haciendo.
Así son
los tiempos, en los que hay que aprovechar los momentos y hacer cuantas más
cosas mejor. Tener la mente en un sitio, el corazón en otro y el cuerpo donde
está siempre: “Aquí”, pues no ha aprendido a
estar en un lugar diferente que los pies.
Cuando comemos
distraídos o nos tragamos lo que es nuestro alimento para poder vivir, sin
apenas saber lo que nos tragamos o con gula por ser una comida que nos gusta o
deseamos, lo que no nos permite disfrutar y aprovechar lo que nos tragamos,
pues lo que nos alimenta verdaderamente es el deseo o la gula: “¿Dónde reflejaremos
esta forma de tragar para alimentarnos?”. Mi
experiencia es, que en cualquier aspecto de la alimentación: Físico, emocional,
intelectual o al vivir que es el único alimento de nuestro ser, eso que somos
en realidad, o espiritual.
Si no
masticamos: “Comeremos más cantidad para obtener lo que necesitamos. Obligaremos
a nuestro cuerpo, a trabajar más y más tiempo, para desaprovechar lo que nos
hemos tragado al digerirlo, mientras producirá más toxinas. Habrá que
ofrendarnos la vida de mayor cantidad de alimento, para mantener nuestra vida. Al
necesitar dos platos de alimento, si la Vida nos da lo suficiente, alguien se
quedará sin su comida. Son algunas de las consecuencias de tragar las cosas,
alertando a nuestro sistema inmunológico de la entrada en nuestra
individualidad de objetos extraños, desconocimiento de lo que hemos tragado que
nos impide aprovecharlo”.
Lo que nos
dice que no agradecemos a nuestro cuerpo al maltratarlo y obligarlo a trabajar,
sin disfrutar y sin aprovechamiento de su trabajo.
No agradecemos
el sacrificio de su vida de los alimentos, para nutrir la nuestra.
No
agradecemos a las personas que: “Criaron, compraron, transportaron, cocinaron, sirvieron, y nos
proporcionaron el alimento, ni a las personas que murieron probando lo que
encontraban y aprendiendo lo que era comestible con su propia vida”.
Pero quien
se traga el alimento: “Se traga los sentimientos, los pensamientos y sobre todo se traga
lo que debería estar viviendo”.
No veo,
que una sociedad que se alimenta, aprendiendo a engullir o tragar lo que la
Vida les entrega para que puedan vivir, pueda creer que por decir gracias
automáticamente nos convertiremos en personas agradecidas.
Pienso, que
disfrutar al alimentarnos, sabiendo lo que tragamos y no utilizando o
sacrificando más alimento de lo estrictamente necesitado, es el mayor
agradecimiento que podemos darnos siendo Vida.
La verdad
es que no hay nada que agradecer, sólo ser lo que somos: Vida, y entregar
nuestra individualidad a su manifestación, es el auto-agradecimiento que no hay
nadie a quien entregarle.
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