No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 30 de enero de 2019

CIRCULO VICIOSO

          Resolver nuestros problemas uno a uno, mirarlos individualmente para analizarlos, o solamente lo que sucede en uno de nuestros cuerpos o manifestaciones, casi siempre nos llevan al error. Es difícil mejorar en lo que somos, si cambiamos lo que somos por la necesidad o el momento, en lugar de encontrar el origen o al menos las raíces de donde nace eso que somos y no nos gusta.
          Hay infinitud de enseñanzas y métodos para ser lo que es el ideal de la persona: “Triunfante, amada y envidiada por los demás, y la que siempre es mejor que cualquiera con la que se compare”.
          Hay dos métodos que abarcan muchos otros: “Positivismo y afirmación de lo que somos”, para lo que hay que practicar, cómo miramos, cómo vemos y la forma en la que pensamos y hablamos, aparte de otros aspectos que a veces se consiguen con estos medios.
          Pero el positivismo, al igual que el negativismo, es engañarnos con la realidad que vivimos. No muy diferente a lo que se busca en la drogadicción, aunque sea mucho más beneficioso y permanente.
          Y es que para actuar correctamente hay que utilizar lo que hay, la realidad de lo que podemos utilizar. Positivismo es lograr algo que vemos como maravilloso, negativismo es no hacer nada o sentirnos mal con lo logrado. Sentir, que podemos hacer algo que a veces conseguimos y otras fracasamos.
          Pero eso señala nuestra relación con nosotros mismos y el intento de mejorarla.
          Pero: ¿Qué lleva al abuso?, ¿A la crueldad?, ¿A la violencia?, ¿El egoísmo?, ¿Al deseo de Poder?, ¿A sentirnos impunes al karma o inmunes a nuestros actos?
          Obviamente hablamos del origen, de la semilla y las raíces de donde nace nuestra personalidad, que la mayoría de las veces consideramos que es de las acciones e influencias de los demás. Somos la reacción a lo que hemos vivido, en lugar del conocimiento adquirido y utilizado correctamente del vivir.
          A veces esos escritos en los que la raíz está en la Dignidad, en el Amor o simplemente en lo que simboliza ambos Conceptos y es sinónimo de Vida con mayúscula: Dios, señalan a lo simple de lo que hay que mirar, ver y aprender a utilizar correctamente.
          Lo simple es amarnos a nosotros mismos. De ello nace el respeto, que al mostrar la Verdad de lo que somos, nos confiere Dignidad. Dignidad que nos lleva a respetar a los demás. Respeto y sentimiento de unión que nos lleva a amar, siendo y manifestando la Naturaleza de lo que somos: Amor.
          Cuando no nos respetamos a nosotros mismos, cuando no nos aceptamos, conseguirlo depende de cómo nos ven los demás, cuando no es el sentimiento de poder al situarnos por encima de los demás, no importa en qué o el cómo, simplemente nuestro sentimiento de inferioridad o de insatisfacción, necesita de buscar sin reglas el sentirnos por encima de los demás o destruirlos.
          El tener o el no tener, no es lo que nos da la Dignidad o el amor y respeto por nosotros mismos, tampoco es lo que somos, ni las condiciones del momento, sino la forma en que nos miramos y vemos.
          Podemos tener riquezas o poder, y utilizarlos para ayudar, en lugar de poseer o creer que somos más que alguien.
          Podemos ser ignorantes, pobres, incluso en una situación de hambre, pero amarnos y respetarnos, desde lo que somos, pedimos de quien tiene, concediéndole la libertad de hacer lo que desee. Si nos amamos, no sentiremos vergüenza de nuestra situación, no nos sentiremos inferiores a nadie, exigiremos el respeto debido a lo que somos, defenderemos nuestra individualidad y sentiremos que podemos lograr cualquier meta que nos propongamos, sin sentirnos mal por no lograrlo, incluso por no intentarlo, porque tenemos la seguridad de que hay un ahora desde el que intentarlo.
          Pero, sobre todo, tendremos la satisfacción de tener suficiente, lo que no nos llevará a la envidia, a la venganza, al abuso de otros, ni al servilismo para que nos traten de manera que podamos respetarnos por ello.
          Es el sentirnos inferiores, consecuencia de no amarnos y no respetarnos por tanto como somos, el origen del deseo de poder que lleva a atacar a los demás, a las guerras, a degradar a los demás para sentirnos superiores, o al abuso mostrando poder.
          Todo ello nacido de la raíz, de no amarnos, no respetarnos y un sentimiento de inferioridad.
          Queremos arreglar los problemas sociales de nuestra vida, con leyes y la fuerza de los Poderes, pero solamente esa actitud, nos lleva a sentirnos inferiores por no poder lograrlo, retornando al origen o                                                        causa del conflicto.



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