Resolver
nuestros problemas uno a uno, mirarlos individualmente para analizarlos, o
solamente lo que sucede en uno de nuestros cuerpos o manifestaciones, casi
siempre nos llevan al error. Es difícil mejorar en lo que somos, si cambiamos
lo que somos por la necesidad o el momento, en lugar de encontrar el origen o
al menos las raíces de donde nace eso que somos y no nos gusta.
Hay infinitud
de enseñanzas y métodos para ser lo que es el ideal de la persona: “Triunfante, amada y
envidiada por los demás, y la que siempre es mejor que cualquiera con la que se
compare”.
Hay dos métodos
que abarcan muchos otros: “Positivismo y afirmación de lo que somos”, para lo que hay que practicar, cómo miramos, cómo vemos
y la forma en la que pensamos y hablamos, aparte de otros aspectos que a veces
se consiguen con estos medios.
Pero el
positivismo, al igual que el negativismo, es engañarnos con la realidad que
vivimos. No muy diferente a lo que se busca en la drogadicción, aunque sea
mucho más beneficioso y permanente.
Y es que
para actuar correctamente hay que utilizar lo que hay, la realidad de lo que
podemos utilizar. Positivismo es lograr algo que vemos como maravilloso,
negativismo es no hacer nada o sentirnos mal con lo logrado. Sentir, que
podemos hacer algo que a veces conseguimos y otras fracasamos.
Pero eso
señala nuestra relación con nosotros mismos y el intento de mejorarla.
Pero: ¿Qué lleva al
abuso?, ¿A la crueldad?, ¿A la violencia?, ¿El egoísmo?, ¿Al deseo de Poder?,
¿A sentirnos impunes al karma o inmunes a nuestros actos?
Obviamente
hablamos del origen, de la semilla y las raíces de donde nace nuestra
personalidad, que la mayoría de las veces consideramos que es de las acciones e
influencias de los demás. Somos la reacción a lo que hemos vivido, en lugar del
conocimiento adquirido y utilizado correctamente del vivir.
A veces
esos escritos en los que la raíz está en la Dignidad, en el Amor o simplemente
en lo que simboliza ambos Conceptos y es sinónimo de Vida con mayúscula: Dios,
señalan a lo simple de lo que hay que mirar, ver y aprender a utilizar
correctamente.
Lo simple
es amarnos a nosotros mismos. De ello nace el respeto, que al mostrar la Verdad
de lo que somos, nos confiere Dignidad. Dignidad que nos lleva a respetar a los
demás. Respeto y sentimiento de unión que nos lleva a amar, siendo y manifestando
la Naturaleza de lo que somos: Amor.
Cuando no
nos respetamos a nosotros mismos, cuando no nos aceptamos, conseguirlo depende
de cómo nos ven los demás, cuando no es el sentimiento de poder al situarnos
por encima de los demás, no importa en qué o el cómo, simplemente nuestro
sentimiento de inferioridad o de insatisfacción, necesita de buscar sin reglas
el sentirnos por encima de los demás o destruirlos.
El tener o
el no tener, no es lo que nos da la Dignidad o el amor y respeto por nosotros
mismos, tampoco es lo que somos, ni las condiciones del momento, sino la forma
en que nos miramos y vemos.
Podemos tener
riquezas o poder, y utilizarlos para ayudar, en lugar de poseer o creer que
somos más que alguien.
Podemos ser
ignorantes, pobres, incluso en una situación de hambre, pero amarnos y
respetarnos, desde lo que somos, pedimos de quien tiene, concediéndole la
libertad de hacer lo que desee. Si nos amamos, no sentiremos vergüenza de
nuestra situación, no nos sentiremos inferiores a nadie, exigiremos el respeto
debido a lo que somos, defenderemos nuestra individualidad y sentiremos que
podemos lograr cualquier meta que nos propongamos, sin sentirnos mal por no lograrlo,
incluso por no intentarlo, porque tenemos la seguridad de que hay un ahora
desde el que intentarlo.
Pero, sobre
todo, tendremos la satisfacción de tener suficiente, lo que no nos llevará a la
envidia, a la venganza, al abuso de otros, ni al servilismo para que nos traten
de manera que podamos respetarnos por ello.
Es el
sentirnos inferiores, consecuencia de no amarnos y no respetarnos por tanto como
somos, el origen del deseo de poder que lleva a atacar a los demás, a las
guerras, a degradar a los demás para sentirnos superiores, o al abuso mostrando
poder.
Todo ello
nacido de la raíz, de no amarnos, no respetarnos y un sentimiento de
inferioridad.
Queremos arreglar
los problemas sociales de nuestra vida, con leyes y la fuerza de los Poderes,
pero solamente esa actitud, nos lleva a sentirnos inferiores por no poder
lograrlo, retornando al origen o causa del conflicto.
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