En las
noticias y en los programas, hemos escuchado estos días: el aumento de la
incidencia del cáncer, seguimos con la violencia, con los abusos, las
manifestaciones, la migración, y tantas noticias que deseamos sean erradicadas
en su origen, cambiando las leyes y protegiendo a las víctimas. Creando medicinas,
modificando los productos que comemos, la forma de producirlos, filtrar la
contaminación del aíre que respiramos, la de los mares.
Todo esto,
nos preocupa al quitarnos calidad de vida, por lo que exigimos que los
gobiernos cambien las condiciones e inviertan dinero para curar nuestras
enfermedades.
Todos lo
hemos oído o leído en los medios de comunicación o en las conversaciones con
otras personas, o simplemente porque somos uno de los afectados directos y
protagonistas de estas noticias.
Escribo a
veces que las palabras de los Maestros hay que “Escucharlas”, que no es suficiente con oírlas. Pero las noticias que
nos hablan de nuestras condiciones al manifestar la Vida que somos, reflejan
las bases donde se sustenta la Sabiduría del Maestro, ¿Por qué no escuchamos?
No respetamos
lo que somos, no respetamos a los demás, no respetamos lo que nos alimenta, no
respetamos al planeta que nos cobija.
No aceptamos
lo que somos y queremos que los demás nos vean y traten como lo que soñamos ser.
Negamos nuestro
género y pretendemos igualarnos con el género contrario.
Destruimos
al separarlos el equilibrio del Yin y el Yang, separándolos.
Pero nada
de esto lo vemos en los conflictos, no es lo que nos dicen, con literalidad en
las noticias.
Es la
comida física, la que produce cáncer u obesidad, por cómo es producida y los
ingredientes que ponen los malvados.
Las condiciones
son creadas por los demás.
Si una
individualidad se destruye a sí misma, ¿Cuál será el aprendizaje de sus partes,
de sus células?, si además destruye la: “Familia, la ciudadanía, el
entorno, el planeta, que son sus cuerpos o individualidades donde pertenece,
como parte”.
El cáncer
de mama, ataca la femineidad de la mujer en su función de crear, alimentar y proteger la
Vida. Los cimientos de la feminidad, que es la aceptación absoluta del ser
mujer, sin compararse con lo masculino, amando y respetando lo que se es, defendiendo
la Dignidad de Ser, no la de desear obtener algo que nos haga diferentes.
El pulmón,
es la mitad de algo que refleja el izquierdo y lo derecho, lo femenino y lo
masculino, y que en cada uno existe la inhalación aceptando lo que hay y la
exhalación que entrega aquello que no somos, como alimento de la Vida que nos
rodea. Cuando eso es atacado por lo que somos, por nuestras propias células,
que ven al enemigo en sí mismo y atacan destruyendo y muriendo, tanto si ganan
como si pierden.
Es el
cáncer de pulmón, que acusamos a la adicción al tabaco, que nace de nuestro
sueño de libertad no cumplido.
Cualquier adicción
es aferrarse a algo, que nos engaña haciéndonos creer que somos lo que no
somos, pues el estado al injerir o sumergirnos en una adicción, nos impide ver
la realidad sin alterarla. Siendo independiente el que sea buena o mala la
adicción, tratamos de aparentar ser lo que no somos, para que nos vean
diferente a lo que hemos conseguido o logrado en nuestra vida. Que refleja
nuestra falta de respeto y la incapacidad para aceptarnos, no amando lo que
somos.
A veces
entre oír y escuchar, nos enseña diferencias en lo que percibimos. Tratamos de
cambiar lo que nos rodea para cambiarnos nosotros, dependiendo de los poderes y
las medicinas mágicas, para recobrar la salud, del cuerpo que hemos enfermado,
del entorno que hemos destruido, de la sociedad que hemos creado.
Si no
enseñamos a las células a destruir a su portador, a quien las manifiesta como
totalidad, simplemente no haciéndolo nosotros. Necesitaremos medicinas que
maten la parte destructora que hemos creado.
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