No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 19 de enero de 2019

LA LEY

          La Ley podríamos dividirla en dos aspectos, distintos y a veces opuestos: “La ley Natural y la Ley de los hombres a la que podemos añadir la de los dioses de las religiones o del propio entendimiento de la religión, que realizamos nosotros o los poderes que establecen la Ley o las leyes”.
          La Ley Natural, es la Universal, la de Dios como Concepto de Absoluto, la del Amor que no puede intervenir al no percibirse a Sí mismo por Ser lo que Es.
          Podríamos decir que la Ley Natural carece de leyes, carece de castigos o premios, pues no puede actuar independientemente, en una Individualidad diferenciada de las demás.
          Su manifestación y Sentencia, es que en cada Individualidad se manifiestan las Circunstancias y Condiciones Universales en la forma que afectan a dicha individualidad o punto de manifestación. O lo que es lo mismo, determinando lo que las circunstancias y condiciones hacen ser a algo: “Lo que está siendo en el Ahora”.
          En ella cualquier manifestación individual, se integra en todas las demás manifestaciones y determina el cambio que te corresponde. No por tu manifestación, sino cómo te ha afectado tu posición y manifestación en lo Absoluto.
          Lo primero que aparece, antes de que sea necesario dictar leyes que obliguen a un comportamiento correcto, son los: “Mandamientos, Valores y reglas éticas, que marcan la desviación que estamos realizando en nuestra función de humanos”, lo único que tratan al principio es de marcar la medida de nuestro desvío, sin tratar de imponer lo correcto por medio de leyes.
          Nace la Ley del Karma, que nos dice que recibiremos según lo que hagamos, como consecuencia más que como castigo. Pero es entonces cuando comenzamos a individualizar las responsabilidades que nunca puede hacer la Ley Natural. Las religiones manifiestan la Naturaleza dada a sus dioses, de donde emana la Verdad y las leyes que deben de cumplir los humanos, para integrarse a la Verdad y a la Justicia de existir en la Felicidad Eterna o Cielo.
          Viendo que, en la Naturaleza hay cambios en los elementos y los cuerpos celestes, creyendo que es en “el hombre” en quien reside la culpa, al incumplir las leyes Naturales, las del Karma y las de los dioses, nacen las leyes que tratan de obligarnos a manifestar nuestro ser parte del Universo correctamente.
          Naciendo “El Dictar leyes, que obliguen o castiguen al incumplidor de lo impuesto”. Nuestro abandono de la Dignidad, nuestra negación de ser seres humanos, el caminar en dirección opuesta al resto del Universo, hace que creamos que la Justicia nace, de obligarnos a ser lo que debemos ser, a cumplir con la imposición acertada o equivocada de pautas de convivencia, que hemos incumplido y a pesar de los castigos seguiremos incumpliendo. Estableciendo para que exista la Justicia, la Libertad de obligarnos a actuar según las leyes.
          No pienso que las leyes sean innecesarias en nuestra sociedad, no pienso que haya un mal en desear imponer una sociedad mejor.
          Lo que me avergüenza es: “Que olvidados de la humanidad que portamos, tengamos que ser obligados a pagar con nuestra Libertad derivada del Amor, el manifestar lo que se presupone que somos”.
          Necesitamos leyes que nos obliguen a respetarnos y respetar. Necesitamos leyes que coartando nuestra libertad nos obliguen a respetarnos y respetar. Necesitamos leyes, que nos impongan cómo manifestarnos.
          Pero, la pérdida del lugar que deberíamos ocupar en el Todo, el aportar lo que es contrario al Amor Universal que sigue el resto de las individualidades, solamente puede llevarnos a la Injusticia derivada y creada por la Indignidad de lo que manifestamos ser. Leyes que pueden ser compradas, retorcidas y utilizadas para cualquier fin, al ser leyes aplicadas a situaciones y actuaciones de una manifestación separada y aislada de las condiciones y manifestación de las demás.
          Leyes, que han sido creadas por la necesidad de imponer un tipo de convivencia determinado por nosotros.
          70 años después de la declaración de los Derechos Humanos, no solamente no hemos recuperado un mínimo de Humanidad. Sino que podría ser lapidada una mujer por haber sido violada, cumpliendo la ley, si es retorcida adecuadamente. O por no casarse con quien se ha decidido.
          No son malas las leyes, pero sí una vergüenza el que las necesitemos.



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