Cuentan
las historias de Nasrudin que: “Se encontraba un día, buscando unas valiosas
monedas de oro desesperado al no encontrarlas. Mirando infructuosamente a lo
largo de la calle donde estaba situada su casa. Los vecinos viendo su
desesperación decidieron ayudarle.
Tras horas
de infructuosa búsqueda, los vecinos le preguntaron: “Estás seguro de que las
has perdido aquí en esta calle”. La respuesta: “Estoy seguro de que las he
perdido dentro de la casa”, entonces: ¿por qué las buscas en la calle?,
preguntaron enfadados.
¡¡¡Porque
dentro de la casa hay menos luz!!!.
Son
historias de risa, si no fuera la historia de cada día en nuestras vidas
Nos buscamos a nosotros mismos, mirando en cuantos lugares nos dicen que podemos estar.
Nos buscamos a nosotros mismos, mirando en cuantos lugares nos dicen que podemos estar.
Queremos encontrar
lo que somos, por los nombres que nos hemos dado, sin la luz de la función,
significado y valores para serlo.
Creamos religiones
y dioses, que nos ofrezcan grandes recompensas por manifestar lo que deberíamos
ser.
Creamos gobiernos
y poderes, que nos descarguen de la responsabilidad de nuestros actos, de lo
que estamos dispuestos a hacer por conseguir lo que deseamos.
Fuera de
la luz de: Humanidad, principios, valores, dignidad, ética y la sabiduría de
ser lo que somos, esa Luz que llamamos de la Verdad, que ni tan siquiera el sol
o la luz que producimos, que nos permite ver con claridad nuestras ambiciones y
deseos, pueden suplir.
Somos, no
Nasrudin, el que en apariencia busca equivocadamente, sino aquellos que buscan
lo que dicen los demás. Nasrudin es un Mulá o Maestro Sufi, que vive como
nosotros, mostrándonos la caricatura de nuestras vidas.
En la luz
que usamos para ver y tratar de entender nuestras vidas, nuestra convivencia,
viendo lo lejos que nos encontramos de nuestros deseos y anhelos, tratamos de
establecer reglas y leyes que cambien los resultados.
No sé el
porqué, pero tras crear el conflicto, la solución que encontramos es la de obligar
a los demás a comportarse de forma diferente o prohibir que hagan lo que hacen.
Pero no buscamos en nosotros, en los principios, en la ética o en esa dignidad
sin la que no puede ser sembrada la Humanidad.
Miramos los
resultados, lo que hemos perdido. Pero en el lugar donde se encuentran y sin la
luz que nos permitan verlos con claridad en: Su siembra, su crecimiento en
nuestros corazones y su establecimiento en nuestras vidas. No buscamos
realmente las monedas de oro, sino lo que deseamos conseguir con ellas. Las
monedas no valen nada en sí mismas, solamente valen lo que los demás nos den
por conseguirlas.
Miramos las
guerras, las violaciones, los abusos, los políticos que gobiernan nuestras
vidas, los que ostentan el poder, desde la luz del seguidismo, de la obediencia
ciega que no proviene de la ceguera, sino de la falta de valores y principios,
de no tener ética humana, de no conocer la Dignidad.
Hemos olvidado
nuestras responsabilidades, nuestras funciones en la vida y su manifestación,
hemos renunciado a la responsabilidad de ser los Creadores de nuestras vidas,
de nuestra convivencia, de nuestra sociedad, que no ha entrado, ni conocido la
Dignidad, que permita el nacimiento de la Humanidad.
Miramos nuestras
creaciones no deseadas, buscando que sean cambiadas por los poderes, Dios o la
Justicia, de los que la administran desde el desconocimiento de lo que es.
No hay
abuso o violación con calificativo que evitar por ley. Somos cada uno de nosotros
el que debe desde la Dignidad: No abusar o violar, ninguna individualidad del
Universo.
Cuando nace
una Ley, es porque se ha incumplido la Justicia Universal.
Cuando se
vive y se actúa por lo que se consigue por ello, es la semilla de la ambición,
del deseo, de la pelea, la lucha y la guerra. Sus frutos: Abuso, avaricia,
asesinato, destrucción y la oscuridad de la humanidad.
Sólo desde
la Luz de la Dignidad, la Humanidad puede encontrarse y crecer. El Imperio de
la Justicia, no necesita leyes, porque la Justicia es conservada y manifestada
por todos.
Cada uno
quiere sus derechos, sus beneficios, su paz, su felicidad, pero no es en la Ley
donde podremos encontrarla.
Es en la
Luz de la Dignidad, donde la Humanidad se manifiesta, donde prevalece la
Justicia, porque en ella encontramos las monedas de oro: La Paz y la Felicidad
de los demás.
Humanidad
es: No yo, no demás, no leyes, no más luz que la de Humanidad.
Gracias mulá
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