No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 8 de agosto de 2019

¿DÓNDE BUSCAMOS?

          Cuentan las historias de Nasrudin que: “Se encontraba un día, buscando unas valiosas monedas de oro desesperado al no encontrarlas. Mirando infructuosamente a lo largo de la calle donde estaba situada su casa. Los vecinos viendo su desesperación decidieron ayudarle.
          Tras horas de infructuosa búsqueda, los vecinos le preguntaron: “Estás seguro de que las has perdido aquí en esta calle”. La respuesta: “Estoy seguro de que las he perdido dentro de la casa”, entonces: ¿por qué las buscas en la calle?, preguntaron enfadados.
          ¡¡¡Porque dentro de la casa hay menos luz!!!.
          Son historias de risa, si no fuera la historia de cada día en nuestras vidas
          Nos buscamos a nosotros mismos, mirando en cuantos lugares nos dicen que podemos estar.
          Queremos encontrar lo que somos, por los nombres que nos hemos dado, sin la luz de la función, significado y valores para serlo.
          Creamos religiones y dioses, que nos ofrezcan grandes recompensas por manifestar lo que deberíamos ser.
          Creamos gobiernos y poderes, que nos descarguen de la responsabilidad de nuestros actos, de lo que estamos dispuestos a hacer por conseguir lo que deseamos.
          Fuera de la luz de: Humanidad, principios, valores, dignidad, ética y la sabiduría de ser lo que somos, esa Luz que llamamos de la Verdad, que ni tan siquiera el sol o la luz que producimos, que nos permite ver con claridad nuestras ambiciones y deseos, pueden suplir.
          Somos, no Nasrudin, el que en apariencia busca equivocadamente, sino aquellos que buscan lo que dicen los demás. Nasrudin es un Mulá o Maestro Sufi, que vive como nosotros, mostrándonos la caricatura de nuestras vidas.
          En la luz que usamos para ver y tratar de entender nuestras vidas, nuestra convivencia, viendo lo lejos que nos encontramos de nuestros deseos y anhelos, tratamos de establecer reglas y leyes que cambien los resultados.
          No sé el porqué, pero tras crear el conflicto, la solución que encontramos es la de obligar a los demás a comportarse de forma diferente o prohibir que hagan lo que hacen. Pero no buscamos en nosotros, en los principios, en la ética o en esa dignidad sin la que no puede ser sembrada la Humanidad.
          Miramos los resultados, lo que hemos perdido. Pero en el lugar donde se encuentran y sin la luz que nos permitan verlos con claridad en: Su siembra, su crecimiento en nuestros corazones y su establecimiento en nuestras vidas. No buscamos realmente las monedas de oro, sino lo que deseamos conseguir con ellas. Las monedas no valen nada en sí mismas, solamente valen lo que los demás nos den por conseguirlas.
          Miramos las guerras, las violaciones, los abusos, los políticos que gobiernan nuestras vidas, los que ostentan el poder, desde la luz del seguidismo, de la obediencia ciega que no proviene de la ceguera, sino de la falta de valores y principios, de no tener ética humana, de no conocer la Dignidad.
          Hemos olvidado nuestras responsabilidades, nuestras funciones en la vida y su manifestación, hemos renunciado a la responsabilidad de ser los Creadores de nuestras vidas, de nuestra convivencia, de nuestra sociedad, que no ha entrado, ni conocido la Dignidad, que permita el nacimiento de la Humanidad.
          Miramos nuestras creaciones no deseadas, buscando que sean cambiadas por los poderes, Dios o la Justicia, de los que la administran desde el desconocimiento de lo que es.
          No hay abuso o violación con calificativo que evitar por ley. Somos cada uno de nosotros el que debe desde la Dignidad: No abusar o violar, ninguna individualidad del Universo.
          Cuando nace una Ley, es porque se ha incumplido la Justicia Universal.
          Cuando se vive y se actúa por lo que se consigue por ello, es la semilla de la ambición, del deseo, de la pelea, la lucha y la guerra. Sus frutos: Abuso, avaricia, asesinato, destrucción y la oscuridad de la humanidad.
          Sólo desde la Luz de la Dignidad, la Humanidad puede encontrarse y crecer. El Imperio de la Justicia, no necesita leyes, porque la Justicia es conservada y manifestada por todos.
          Cada uno quiere sus derechos, sus beneficios, su paz, su felicidad, pero no es en la Ley donde podremos encontrarla.
          Es en la Luz de la Dignidad, donde la Humanidad se manifiesta, donde prevalece la Justicia, porque en ella encontramos las monedas de oro: La Paz y la Felicidad de los demás.
          Humanidad es: No yo, no demás, no leyes, no más luz que la de Humanidad.



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