Hace
muchos años que hablaba con Víctor o quizás lo leí en uno de los libros que me
dejó, podría ser, que sea alguna de nuestras argumentaciones, acerca de las “Entidades”, esas que aprisionaban la Tierra en la obscuridad y Cristo
rasgó, para que de nuevo pudiésemos encontrar la luz.
Resulta curioso
esto de las entidades, son algo que no tiene una existencia real o material, pero
que se alimenta, de energías que crecen en los campos de nuestra alma, de
nuestra personalidad, de nuestra relación con lo que vivimos y nuestros sueños
y deseos.
Son esa
nariz que de alguna forma, existía antes de que le fuese necesaria a alguna manifestación,
antes de que fuese parte de la evolución de alguna individualidad y que existía
en las infinitas potencialidades de la Vida. Antes que la energía de nuestra
necesidad, cree la genética que permitirá el nacimiento de algo en nuestra
forma, existe en un limbo intermedio en el que se alimenta de nuestra
necesidad, de nuestros miedos, de nuestro no saber qué hacer para solucionar el
conflicto en el que existimos.
Las energías
de la que se alimentan esas entidades, que tarde o temprano se irán solidificando
o materializando, o simplemente desaparecerán por innecesarias. Pero el peligro
está, en esas entidades intermedias que han cobrado individualidad grupal o
propia, que no diferencian entre el positivo o el negativo de una energía, y
que en su libre albedrío, la usan para los fines y logros propios de esa
entidad o grupo de entidades.
Las entidades
oscuras que aprisionaban el éter de la Tierra, llevando a la Humanidad a una
época de oscuridad, se alimentan lo mismo de una guerra, que de una reunión en
Fátima, de un acto deportivo o de un retiro en el que se busque la paz
activamente. Tratan de plantar las semillas en nuestro mundo emocional, para
recolectar gran cantidad de intensidad energética, pero pueden utilizar el
positivo o lo negativo por igual, para su crecimiento propio.
A veces
decimos, que el repetir o pensar demasiado en algo, puede hacerlo realidad. Sería
una forma sencilla de explicar cómo se nutre y fortalecen las entidades, que
conviven en nuestros mundos.
Dice Lao Tse, que
hablar o intentar implantar el bien, es lo que crea el mal.
De la
misma manera, el buscar la buena salud o la que deseamos tener, crea la
enfermedad y nos pone en la situación contraria a la que nos esforzamos por
llegar. Simplemente porque el resultado dependerá de circunstancias que nunca
podremos controlar.
Luchar contra
la enfermedad, la fortalece, desde que ella no combate con la buena salud,
solamente trata de seguir existiendo. Su existencia siempre dependerá de que
haya una buena salud en la que vivir.
Luchar por
destruir el mal, tiene las mismas connotaciones, al igual que la guerra, el
egoísmo, o tratar de implantar igualdad en una Vida en la que no existen dos
cosas iguales.
En oriente se creó
el: “No hacer”, en occidente: “Aceptar la voluntad de Dios”.
Aparentemente
diferentes, y lo son, es el camino que lleva a no crear la energía que alimenta
las entidades que nos rodean, y que muchas veces se alimentan de nuestras
energías de deseo y lucha con la vida, para crear los opuestos de lo que
deseamos.
Un adulto
o un policía, es la tranquilidad del abusado y la intranquilidad del abusado,
positivo y negativo, en una misma energía.
El
corazón, no late, no intenta latir, no sabe que late, por lo que, no latiendo,
no puede dejar de latir mientras sea corazón. No creando energía positiva o
negativa al latir, que pueda alimentar entidades.
En la
Meditación, no se busca la paz, no se encuentra la serenidad o la tranquilidad,
no se logra mejorar la salud. El que cuando nos sentemos o meditemos: Esté
sentada la paz, la tranquilidad, la serenidad o una salud de felicidad, es
simplemente porque son Meditación.
No se
trata de destruir, cambiar o excluir algo de nuestra vida, sino el ser lo que
manifestamos, lo que no produce ese excedente energético que sirve de alimento,
a lo contrario de lo que deseamos o buscamos.
Una buena
salud, no depende o se encuentra destruyendo la enfermedad, sino manifestando
la felicidad que somos.
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