No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 27 de febrero de 2020

EL NOMBRE DE DIOS

          Es curioso, que cuando miramos un caballo y alguien dice que es un unicornio o Pegaso. Todos coincidimos en que es un caballo, pero no vemos o pensamos que está siendo comparado con seres inexistentes, porque todos sabemos qué tipo de caballo, y qué características tiene que tener el caballo, para ser unicornio o Pegaso.
          Hay algo que recibió un nombre, ese nombre se corresponde con unas características y funciones, independientemente de que sean reales o inexistentes fuera del mundo de la fantasía.
          Quizás de la época o contemporáneo de espíritus, duendes, hadas, brujas, o incluso los magos, encontramos un Concepto, una definición, unas características y funciones que nadie puede negar que existan, al menos un Concepto que responde a esos atributos, le fue dado el Nombre, más que un nombre, un Nombre que sería Innombrable, Desconocido, Impronunciable y que por tanto sería nombrado como Dios.
          Desde que fue establecido el Concepto y dado un nombre para Él, las funciones, la definición y forma de explicarlo, ha sido modificada, hasta parecer que más que un Concepto, estamos hablando de una entidad, de un ser con cuerpo y voluntad propia, consciente de cuanto le rodea y forma parte de Él.
          Siendo que su nombre no puede ser pronunciado y que se le conoce como el Nombre Impronunciable, hemos insistido en buscar su nombre verdadero, un nombre que nos sirva para poder llamarle y pedirle o implorarle ayuda, que nos dé y permita poseer lo que deseamos.
          Pero es nuestra necesidad, de que alguien nos guie y sea el responsable de nuestras vidas, lo que nos ha traído, a que sea más importante el nombre y la forma de adorarle, que el acogerle y darle vida en nuestros corazones. Como Creador, es el responsable del Universo y sus individualidades y por tanto de nuestro bienestar y nuestra felicidad.
          La Religión que mantendríamos viva en nosotros, ha dado paso a las que son caminos, para diferentes aptitudes y personalidades. Las hay que tenemos que caminar y tener una mínima responsabilidad y las que todo el trabajo es de Dios, y nosotros sólo tenemos que esperar para llegar al Cielo o el Nirvana.
          Todas son importantes, pues muestran caminos, que un día encontró alguien adecuados para un tipo de personalidades. Pero en las que habría que vivir con sus condiciones, para alcanzar las metas prometidas. No es suficiente con leer y conocer la letra, ni tan siquiera es suficiente con cumplir con lo escrito, sino que hay que vivirlas con el corazón, con entrega y sinceridad.
          No son las formas, ni tan siquiera los ritos, lo que es importante para mí en mi relación con Dios, sino el ser quien le dé vida a Él, en lugar de dármela Él a mí. No me importa la religión sino la Religión que vive en la persona. No son las funciones que decimos que Dios tiene que tener con nosotros, ni las que nosotros tenemos que obedecer y cumplir para obtener sus favores.
          Dios ante todo debe de existir en el Amor, por eso decimos que es su Naturaleza.
          Dios nos ama, hasta el punto que acepta el resultado de nuestras acciones. Lo que nos da Libre Albedrío, y que en su Amor, no cambia lo que hemos creado en nuestras vidas, sea bueno o malo.
          Su perdón es Absoluto, pues Él es Todo, no siendo o pretendiendo ser algo diferente a lo que se manifiesta. No importa qué es lo que percibimos, Él es todo ello. Incluso es, aquello que no percibimos y nosotros, los perceptores.
          El Todo que abarca el Concepto de Dios, es lo Absoluto de cada una de las individualidades y aquella del Uno.
          Su Nombre es todos los sonidos y todos los silencios, que al no existir nada fuera que lo pronuncie o que lo escuche, se entiende que es Silencio, que abarca todos los sonidos de la Vida.
          Su Religión, es que no la tiene, porque es el vivir en Todo, en su esencia, en sus corazones, en cuanto Es, Él es el Ser de cada manifestación y de aquello que no se manifiesta.



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