Es
curioso, que cuando miramos un caballo y alguien dice que es un unicornio o
Pegaso. Todos coincidimos en que es un caballo, pero no vemos o pensamos que
está siendo comparado con seres inexistentes, porque todos sabemos qué tipo de caballo,
y qué características tiene que tener el caballo, para ser unicornio o Pegaso.
Hay algo
que recibió un nombre, ese nombre se corresponde con unas características y
funciones, independientemente de que sean reales o inexistentes fuera del mundo
de la fantasía.
Quizás de
la época o contemporáneo de espíritus, duendes, hadas, brujas, o incluso los
magos, encontramos un Concepto, una definición, unas características y
funciones que nadie puede negar que existan, al menos un Concepto que responde
a esos atributos, le fue dado el Nombre, más que un nombre, un Nombre que sería
Innombrable, Desconocido, Impronunciable y que por tanto sería nombrado como
Dios.
Desde que
fue establecido el Concepto y dado un nombre para Él, las funciones, la
definición y forma de explicarlo, ha sido modificada, hasta parecer que más que
un Concepto, estamos hablando de una entidad, de un ser con cuerpo y voluntad
propia, consciente de cuanto le rodea y forma parte de Él.
Siendo que
su nombre no puede ser pronunciado y que se le conoce como el Nombre
Impronunciable, hemos insistido en buscar su nombre verdadero, un nombre que
nos sirva para poder llamarle y pedirle o implorarle ayuda, que nos dé y
permita poseer lo que deseamos.
Pero es
nuestra necesidad, de que alguien nos guie y sea el responsable de nuestras
vidas, lo que nos ha traído, a que sea más importante el nombre y la forma de
adorarle, que el acogerle y darle vida en nuestros corazones. Como Creador, es
el responsable del Universo y sus individualidades y por tanto de nuestro
bienestar y nuestra felicidad.
La Religión
que mantendríamos viva en nosotros, ha dado paso a las que son caminos, para
diferentes aptitudes y personalidades. Las hay que tenemos que caminar y tener
una mínima responsabilidad y las que todo el trabajo es de Dios, y nosotros
sólo tenemos que esperar para llegar al Cielo o el Nirvana.
Todas son
importantes, pues muestran caminos, que un día encontró alguien adecuados para
un tipo de personalidades. Pero en las que habría que vivir con sus condiciones,
para alcanzar las metas prometidas. No es suficiente con leer y conocer la
letra, ni tan siquiera es suficiente con cumplir con lo escrito, sino que hay
que vivirlas con el corazón, con entrega y sinceridad.
No son las
formas, ni tan siquiera los ritos, lo que es importante para mí en mi relación
con Dios, sino el ser quien le dé vida a Él, en lugar de dármela Él a mí. No me
importa la religión sino la Religión que vive en la persona. No son las
funciones que decimos que Dios tiene que tener con nosotros, ni las que
nosotros tenemos que obedecer y cumplir para obtener sus favores.
Dios ante
todo debe de existir en el Amor, por eso decimos que es su Naturaleza.
Dios nos
ama, hasta el punto que acepta el resultado de nuestras acciones. Lo que nos da
Libre Albedrío, y que en su Amor, no cambia lo que hemos creado en nuestras
vidas, sea bueno o malo.
Su perdón
es Absoluto, pues Él es Todo, no siendo o pretendiendo ser algo diferente a lo
que se manifiesta. No importa qué es lo que percibimos, Él es todo ello. Incluso
es, aquello que no percibimos y nosotros, los perceptores.
El Todo
que abarca el Concepto de Dios, es lo Absoluto de cada una de las
individualidades y aquella del Uno.
Su Nombre
es todos los sonidos y todos los silencios, que al no existir nada fuera que lo
pronuncie o que lo escuche, se entiende que es Silencio, que abarca todos los
sonidos de la Vida.
Su Religión,
es que no la tiene, porque es el vivir en Todo, en su esencia, en sus
corazones, en cuanto Es, Él es el Ser de cada manifestación y de aquello que no
se manifiesta.
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