Mi Maestro, cuantos recuerdos, cuántos
momentos olvidados, cuántos momentos sin Maestro.
Lo que permitió que estuviésemos tantos
años juntos, es que no trató de enseñarme nada y nunca. No habría soportado
estar junto a un listo.
Lo que más orgullo me dio de nuestra
convivencia, es lo agradecido que era con todo lo que aprendía de mí. Fui el
primer español en vivir en el templo.
Su asombro, cuando le decía lo que
había leído en libros de budismo, hinduismo y lo que le explicaba del
cristianismo, y su sorpresa de mi amplio conocimiento, le llevó a estar
profundamente agradecido a mis enseñanzas.
Los años pasan, junto a Él y ahora con
Él, y me lamento de no ser capaz de encontrar a otro Maestro.
Tantas personas como me dicen que
buscan a un Maestro para que les enseñe, y me siento afortunado, de haber
encontrado a uno que se dedicaba a aprender. No le importaba qué o de quién, o si
sabía o era ignorante, aprendía conocimiento e ignorancia indiscriminadamente.
No fui capaz de aprender, empeñado en
enseñarle cuánto sabía. A pesar de ello, estoy convencido que uno se hace
Maestro por su capacidad de aprender, no por sus conocimientos.
Fui su discípulo como tantos otros,
todos los que le enseñamos y llenamos de conocimientos su profundo Vacío, su
Infinita Ignorancia, por no tener, quien ocupase el lugar que pensábamos que
ocupaba.
Muy bien Don Carlos.Te confieso que he aprendido mucho más de lo que creía de ti. Un abrazo.
ResponderEliminar