Cuando la
materia mira su imagen, ve lo que percibe de sí misma.
Es curioso, que
dos niveles tan diferentes vean lo mismo al mirarse en el Espejo del Absoluto.
Pero pensar que
ven lo mismo, sería no soñar con nuestro hogar, con nuestro origen.
El Espíritu ve
a Dios en cuanto observa en el Espejo, en Su manifestación.
La materia, se
ve a sí misma, como materia, como un sueño, porque viendo lo que ve, sabe que
no está en su hogar, no sólo la imagen, que es reflejada en Dios, sino ese
cuerpo que está tratando de encontrar su realidad.
Dios, Buda, lo
Absoluto se encuentra en lo invisible, tras ese velo de Isis, que no puede ser
descubierto sin encontrar la muerte absoluta, la desaparición, el olvido del
que lo ha descubierto, integrándose en el rostro, antes de que el velo lo
descubra completamente.
Lo único que no
puede ser reflejado, que siempre es invisible, que no conoce nada que sea
reflejo o que pueda ser reflejado, que no sabe o conoce de la existencia de un
Espejo.
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