Pero lo verdaderamente difícil de
entender en Zen, es su simpleza, lo que entendemos fácilmente, esa lógica
aplastante a veces en las que la frase parece señalar lo que soñamos, lo que
hemos querido saber o simplemente lo que todos entendemos como lógico.
Tampoco entender lo ilógico, nos
permite el entendimiento del Zen. En lo alto del poste, hay que dar un paso
más, no importa si es alto o bajo, no importa si estamos cansados si nos
apetece o lo consideramos innecesario. En lo alto del poste, no hay espacio
para tener amigos, pareja, hijos, ni tan siquiera nos pueden servir una buena
comida, no hay sitio más que para nosotros.
Obviamente se necesitan sacrificios y
dedicar toda una serie de vidas, para poder llegar a lo alto del poste. Somos
Uno con Todo, no necesitamos más que ese pequeño punto, porque en él está todo.
Lo hemos conseguido, no hay yo en lo alto del poste, su cumbre es infinita, y
sin embargo, si consideramos innecesario dar ese paso más, nos quedaremos en el
Limbo del Zen, en una comprensión tan profunda que no hay más que entender.
Todos a nivel intelectual entendemos
que: No hay yo, que Todo es Uno, que nosotros somos Buda, que no hay primer ni
último paso, que Mara es irreal, que hay una Realidad y una Verdad, incluso lo
que es normal y lógico.
Todos entendemos lo que es el Aquí y
Ahora, que la Dualidad es Mental, que lo que dicen las Enseñanzas podemos tras
grandes esfuerzos, llegar a su entendimiento.
Siendo precisamente este
entendimiento, el que nos sitúa al pie, subiendo o en lo alto del poste. Porque
todo ello es simplemente el camino que recorremos, el Limbo del Zen, donde
estamos pisándolo, lo tenemos bajo nuestros pies, estamos en Él, algo que nos
impide alcanzarlo.
Alcanzarlo es tan imposible como dar
un nuevo paso, cuando estamos en lo Infinito de la Cumbre del Poste, y sin
embargo no hay otro remedio que conseguirlo.
En la Realidad, no hay primer y último
paso, como dicen los Sutras no hay nacimiento ni muerte, que no hay una
Eternidad que pueda ser alcanzada, que no hay marcas que decidan que somos
Buda.
Pero todas esas frases, todas esas
explicaciones sencillas y entendibles, nos llevan a la confusión, al error.
Sabemos que con una simple aplicación:
Podemos vender lo que no nos es necesario, podemos pedir comida a cualquier
restaurante o hacer la compra de los alimentos que deseamos. No hay que dar
pasos, sólo tenemos que estar Aquí y Ahora y alguien nos cubrirá las
necesidades, los sueños y los deseos.
Siempre se parte de Aquí, siempre se
hace Ahora. Pero no podemos decirle al camarero lo que deseamos comer, hasta
que sin movernos, estamos en el lugar correcto: El Restaurante.
El camarero, el camino, el caminar, el
que comenzó a caminar, el que come, el alimento y cuanto deseemos somos Uno,
pero el camarero no cobrará si es así, el cocinero no habría cocinado, el
Restaurante no se anunciaría, el ayuntamiento o el ministerio no harían calles.
Por eso el Maestro que sólo dice
sinsentidos, que nos responde con incongruencias, cuando nos sentimos henchidos
de satisfacción, sabiendo que en Zen Todo es Uno, Todo es Zen, nos dice que
demos un nuevo paso, que nos aproveche lo que hemos comido.
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