De qué nos sirve sembrar, si la
semilla, morirá cuando es planta, la flor siendo fruto.
Olvidamos que nadie vive Aquí, nadie
llega Aquí, pero sólo el caminante, nunca llegará.
Todo ahora es semilla del Ahora, toda
flor es semilla del fruto, cada fruto semilla del alimento que alimentará la
semilla.
Sin embargo, nada es semilla de nada,
al no haber tiempo en el Ahora, de que alguien vea cambio alguno.
En todos estos pensamientos perdidos,
olvidamos que sin salir del ahora, no habría vida.
Si la semilla no diese vida a la
planta, a la flor, al fruto, nada alimentaría a la Vida, el Universo
desaparecería, al no tener quien le mirase, yo no podría amar, al no haber,
quien me amase.
No es el caminar, no es la semilla, ni
la flor, ni tan siquiera el fruto que alimenta nuestra hambre.
No es el Ahora efímero, que nos lleva
a un nuevo ahora, no es el nacer y envejecer, vivir y morir.
Es ese eterno observador, que nos
mira, que sabe lo que somos, lo que hacemos. Que compara nuestros cambios. Que analiza
nuestros logros.
Quizás no sea lo que somos lo que nos
lleva a la duda, al conflicto o la lucha por alcanzar metas.
Me pregunto si no será, que dejamos de
ser lo que somos, para poder conocernos.
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