No pretendo molestaros

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Yui Shin

viernes, 22 de enero de 2021

KYOSAKU

          Cuántas veces en nuestra vida, hemos culpado a los demás, a la propia vida, al azar, a la mala suerte, o a algo externo a nosotros, lo que nos sucede como fruto de nuestro hacer, nuestro vivir, nuestra forma de entender la Vida y cómo la vivimos.

          Vamos corriendo a todas partes, quejándonos de no haber llegado todavía, cuando aún no hemos salido de casa.

          Tratamos de obtener los resultados, incluso antes de comenzar algo.

          No damos hasta que no hemos recibido, pues amamos a quienes nos aman.

          La vida que vivimos no nos gusta, tenemos enfermedades que un virus, bacteria o alguien nos ha traído. Malfunciones del organismo, que nuestros padres o la ciencia actual, trae o no sabe arreglar. Accidentes que alguien nos ha provocado.

          Y es que cuando vamos demasiado deprisa, la vida nos para. Cuando hacemos lo inconveniente para nuestro cuerpo, mente o emociones, estas enferman. Cuando no respetamos a los demás, los conflictos aparecen en la vida. Cuando no nos respetamos, la vida y los demás impiden que podamos vivir.

          Ayer, escribía de los golpes con el kyosaku que recibí en mi primera experiencia Zen. En un comentario me dicen que: “¿No comprendo aun, esos golpes que recibieron, xq forzar, xq querer manipular el cuerpo físico de tal manera?, PD; ¿Estas prácticas aún existen?”

          La Vida nos golpea, cuando vamos equivocados, cuando esperamos que Ella sea la que haga nuestro trabajo, cuando caminamos inconscientemente por Ella sin saber vivirla, manifestarla. La mayoría de las veces creemos que equivocadamente, por lo que dedicamos el resto de nuestro sinvivir, a quejarnos amargamente de los golpes recibidos.

          En Zen, uno, dos, tres, o los monjes que hagan falta para cuidar de la Meditación de los demás, dejan su zafu, para caminar alrededor portando el kyosaku, y cuando uno de los meditadores siente sueño, distracción, demasiado dolor o tensiones, pide por favor que se le ayude. Une sus palmas en gassho, se inclina un poco, y el INO o Yunko si no me equivoco, va a su frente o su espalda, según sea Soto o Rinzai Zen, ofrece sus disculpas al practicante, ofrece el kyosaku a Buda, toca en la zona donde va a golpear y a continuación golpea dos veces entre los omóplatos en la zona muscular, y a continuación golpea otras dos veces formando una X, en el Rinzai. En el Soto Zen, se golpea en ambos hombros, en la zona muscular.

          Es una forma de que podamos olvidar el dolor, de centrar de nuevo nuestra mente, de que podamos seguir meditando en la dirección correcta para nosotros. Cuando ese monje, percibe somnolencia o que estamos elucubrando o perdidos en la Meditación, puede decidir ayudarnos a que de nuevo caminemos correctamente.

          Podríamos decir que es el método que la Vida elige para que cambiemos en nuestras equivocaciones, no es el único método, pero a muchas personas les enseña que iban equivocados.

          El kyosaku, se guarda en un lugar sagrado del Zendo, a los pies de Buda, donde los Sutras o lo que simbolice la Meta de la Meditación que se practica.

          El monje al que le corresponde cuidar de la Meditación de los demás, se acerca, pide permiso al Maestro con una reverencia, y a continuación, lo hace con Buda, pidiendo que le guie en su cometido.

          El Kyosaku está vuelto, pues se coloca para ser usado por Buda, por lo que al dejarlo y al cogerlo, se voltea, siendo probablemente por lo que se pide a Buda, permiso para cogerlo y usarlo, siendo guiado por Él.

          Pero en occidente aún creemos que cuando somos golpeados, es porque nos odian o nos faltan al respeto, que violan nuestros derechos, por lo que al no aprender por este método, la Vida nos deja que nos quedemos con los resultados que hemos creado.



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