Nuestra esperanza de que Maestros de
otros mundos y universos, vendrán a cambiarnos, transformándonos en seres humanos,
que nos llevarán a la Humanidad, donde sólo la hermandad, la igualdad, la paz y
el amor se manifestará a través de nosotros.
Al final hemos dejado de ser nuestros
responsables, nuestros creadores, para vivir ciegos a la sociedad que estamos
creando y que manifiesta lo que somos, lo que manifestamos en nuestra
convivencia.
Hemos reaccionado contra los abusos,
contra las dictaduras, contra las injusticias, contra la destrucción de nuestro
hogar la Tierra, contra la desigualdad y contra todo aquello que se supone
destruye nuestra Humanidad.
Pero las consecuencias es que nos
hemos convertido en: Abusadores, dictadores, injustos, destructores de nosotros
y lo demás, violadores, cuando hemos ganado la lucha, la batalla por eliminar
lo que hacen los demás.
No hay buen fuego, cuando la leña es
mala.
Podemos usar acelerantes, ventiladores
o sopladores, pero la leña que es buena para otras cosas, no hace buen fuego si
no es buena para ello.
Hemos olvidado que somos los que
mantienen, los que crean el fuego que da calor a la Vida para poder
manifestarse.
En cambio, hemos creado una sociedad,
en la que quienes, por cualquier medio combaten para imponer sus ideas, sus
condiciones y su forma de entender la convivencia, sin importar qué o a quienes
destruyen o asesinan, de qué o quienes abusan o violan, pueden ser políticos,
empresarios o ciudadanos bien situados o que pueden vivir sin trabajar.
No importa incluso si son terroristas,
que han abusado de niños, los han violado física y, mental y espiritualmente
obligándoles o convirtiéndolos en asesinos, se han apoderado de lo que es de
otros, han extorsionado para obtener lo que deseaban, y pueden seguir tratando
de obtener la victoria desde la política, desde donde pueden beneficiar a
simpatizantes, adoctrinados o a quienes colaboraron o formaron parte de sus abusos
y violaciones.
No es que sea contrario al perdón, a
la compasión por quien se equivoca, al igual que yo me perdono cuando me
equivoco y siento compasión por mis equivocaciones, tratando de compensar o
corregir el daño ocasionado, pienso que no se alcanza la Humanidad sin poder perdonar
y ser compasivos.
Pero una sociedad que se sustenta en
el plástico, la adulteración de lo natural, la canalización de sus basuras y excrementos
e inmundicias para que no sean visibles, ocultación de lo que no se desea ver
bajo la alfombra de la indiferencia o el olvido, el adoctrinamiento del pueblo por
la enseñanza y la comunicación.
Es natural que la esperanza descanse
en alguien o algo, que viniendo de fuera y diferente a nosotros, nos obligue a
ser buenos, que nos imponga el actuar correctamente, para que vivamos
obligatoriamente como hemos deseado, soñado y creído que deberíamos vivir.
Hemos ocultado en el alcantarillado y
bajo la alfombra nuestra pretensión de seres humanos, en la confianza de que:
El gobierno, la policía, los abogados y jueces, nos obligarán por medio de
leyes y castigos a convivir correctamente en una sociedad Humana.
Por si eso fracasa, tenemos: La
religión, Dios, los santos, Maestros Ascendidos, los diferentes planos de
existencia o el Cielo, para convivir como Humanidad.
Decía un antiguo, que: “Así es arriba
como abajo”, pero no hablaba del alcantarillado o la alfombra, sino de que
todos esos Universos soñados, existen cuando se manifiestan en lo más bajo: Yo.
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