Obviamente el Maestro, no busca al
discípulo, pero sabe que nunca será Maestro sin tener un discípulo al menos. Es
algo que siempre tiene el Maestro, un discípulo que le sigue allá donde va, que
hace cuanto tiene que hacer, obediente y diligentemente, siguiendo la Voz de su
Maestro.
Pero hay tantas maneras de vivirlo,
hay tantas formas de entenderlo, de buscar y creer que lo hemos encontrado, que
al final, cuando la mayoría decimos que el único Maestro es la propia Vida,
resulta incomprensible nuestro esfuerzo por encontrarlo.
Me decían en un comentario, que por
qué no dejábamos al Maestro y al discípulo en nuestros comentarios, que deberíamos
decirnos las cosas sin tapujos, directamente, sin miedo.
Habría que preguntar: ¿Qué entendemos
cuando decimos que el único Maestro es la Vida?
Siendo que la Vida es Infinita y
Eterna, podría significar que nunca dejaríamos de ser discípulos, que nos sería
imposible encontrar un discípulo que nos convirtiese en Maestros.
Sin embargo, el Maestro siempre
permanece solo, solitario en su soledad.
No obstante, encuentra siempre al
discípulo que le hace Maestro. Siempre es el Maestro de su Discípulo.
Nos dicen que el Maestro está en
nuestro interior, sin embargo, vagamos por la Vida tratando de encontrar a
alguien digno de ser nuestro Maestro.
Hay que ir al origen, al nacimiento
del Concepto de Discípulo y Maestro.
El Maestro Verdadero, sólo tiene
Maestros, no encontrando nunca discípulos a quienes enseñar.
El Maestro Verdadero, sólo tendrá un
solo discípulo a lo largo de su vida: Él mismo.
La Vida, se manifiesta en lo que
nosotros creamos, pues Ella es Infinita, puede manifestarse en cualquier lugar
y tiempo, en cualquier forma y tipo de existencia.
Recogiendo todo lo que le enseñamos,
aprende a ser Vida, a manifestarse, a no importar dónde y en qué, siempre se
manifiesta como Vida, siendo al mismo tiempo lo manifestado.
El Maestro es siempre el que aprende de la misma Vida, no importa cómo se manifiesta, Él sólo aprende a ser Vida.
Nunca trata de enseñar, permitiendo
que quien se acerca, aprenda libremente de quien siempre se considera Discípulo
de la Vida, nunca Maestro de alguien.
Todos somos Maestros para el Maestro,
y por tanto discípulos de la Existencia, de lo demás.
No hay Maestro fuera o dentro, porque para ser Maestro hay que ser Discípulo de Todo, de fuera y dentro, arriba y abajo, bueno y malo, material y espiritual, porque si no aprendemos de quien consideramos como único Maestro: La Vida, cómo podríamos llamarnos discípulos.
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