Ellos son nuestros ideales, nuestros
referentes para llegar a ser lo que ellos han sido: Humanos, adelantados a su
tiempo.
Otras veces, deseamos su fuerza, su
poder, su constancia, porque es lo que nos importa de cuanto ellos simbolizan,
lo que nos ayuda al leer su historia, contada por personas que nunca los
conocieron a lo largo de toda su vida, que no estuvieron todo el tiempo con
ellos, que es donde se ve y vive el Héroe: En cada Ahora.
Todos somos iguales, todos tenemos los
mismos derechos, todos somos seres humanos, y defendemos los derechos que le
concedemos a plantas y animales, sobre todo el de servirnos de alimento, todos,
algunos, las plantas, sólo los animales y las plantas que se han comido.
Miramos a cualquier triunfador desde
nuestra visión de la Vida, y creemos que tenemos el derecho de ser iguales,
pero no en el esfuerzo, la dedicación, o el deseo de ser útiles. O bien en sus
aspectos necesarios en nuestra sociedad: falta de escrúpulos, ambición, falta
de dignidad, dispuestos a sacrificar personas y principios, para conseguir ser
más que los demás, tener más poder, más capacidad de hacer lo que queramos sin
sufrir las consecuencias sociales, poder destruir la Tierra si es el único
camino de poseerla.
Todos somos iguales, todos somos Buda,
hijos de Dios, la manifestación o creación de Dios, todos somos ese Uno, el
Ser, y ambicionamos poseer el Universo como Dios, como Buda, que cuanto nos
rodea sea el mismo yo que el mío.
Somos los dueños y poseedores de Todo,
porque manifestamos al Ser, al Espíritu. A pesar, de nuestro miedo a ser los
responsables de cuanto hemos aportado para que la sociedad, que nuestro hogar,
sea como es, evadiéndonos encontrando la culpabilidad en Dios, el diablo, los
poderes, los padres, las condiciones o todo menos este yo que separo de lo
demás, cuando se trata de responsabilidad en mi vida.
Estamos cubiertos de frases, de dichos
y refranes, que nos dicen que somos: Humanos, la cumbre de la Creación, que
somos los que podemos manifestar y alcanzar el Poder de Dios, porque somos su Semejanza,
sus hijos unigénitos, que sacamos del contexto de lo que vemos en el espejo al
mirarnos, de nuestro reflejo al mirar a los demás.
Es el camino con el que hemos creado
los Conceptos, donde definimos lo que somos, lo que la Esencia y Realidad de
nuestro Ser.
No nos importa, que no haya semejanza
entre nuestros conceptos y nosotros o lo que manifestamos.
No importa que destruyamos cuanto
significan y enseñan o determinan esos Conceptos.
Seguimos escribiendo, diciendo y
pensando que somos cuanto se ha dicho en los Conceptos, a pesar de que no
creemos en ellos, los desconocemos, no significan nada o nos importan en
nuestros hechos, manifestándonos en una dualidad en la que nuestro yo, mira a
los Héroes, a Dios, a la Vida, al Espíritu, en la convicción de que son unos
con él, de que todos forman parte de ese yo, que separa a cuanto le rodea.
Quizás ambicionando poseer Todo, hemos
olvidado lo que es serlo.
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